El estallido insurreccional cubano, condicionamiento y proyecto nación, fue la conferencia inaugural impartida por los doctores en Ciencias Históricas Eduardo Torres Cuevas y Olga Portuondo Zúñiga, quienes con sus reflexiones sobre el tema abrieron las puertas, este miércoles, a la XXVI edición del evento teórico Crisol de la Nacionalidad Cubana.

Ante un numeroso auditorio que se congregó en el Hotel Sierra Maestra de Bayamo, Torres Cuevas parafraseando a Martí dijo que los misterios más puros del alma se cumplieron en aquella mañana de La Demajagua, lugar por donde iniciaron hace 150 años nuestras luchas por la independencia.

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El investigador refirió que este hecho fundacional no fue aislado, pues ya venía gestándose un movimiento insurreccional que permitió que en febrero de 1869, la región centro-oriental estuviera sobre las armas.

Posteriormente, destacó que muchos de los conspiradores habían estudiado en universidades donde bebieron del pensamiento de Varela y Heredia, lo cual influyó en su patriotismo, el cual hizo que marcharan de sus casas lujosas a otras tierras y regresaran insurrectos, impulsados por pedagogos que como decían las autoridades españolas convertían sus claustros docentes en tribunas.

La revolución de 1868 responde a un radicalismo y a las ansias de una República laica y popular, y no de una colonia súbdita del rey, donde prevaleciera la igualdad social, que incluía el disfrute de derechos y deberes por parte de los negros esclavos.

“Ello nos lleva a meditar, afirmó Torres Cuevas, que somos una sociedad pensada y no improvisada que lucha por un futuro mejor”.

Por su parte, Olga Portuondo Zúñiga se refirió a dos sucesos que impulsaron y conllevaron a los cubanos al alzamiento, entre los que se encuentran la guerra de restauración de Santo Domingo (1863-1865) y la Junta de Información (noviembre 1866- abril 1867).

El primero de los hechos contribuyó al desprestigio militar de los colonizadores, pues su derrota constituyó un factor estimulante para el movimiento independentista en el resto de las Antillas y para el impulso del combate irregular. A su vez varios dominicanos como Modesto Díaz, los hermanos Marcano y Máximo Gómez aportaron su experiencia guerrera para lograr enfrentar a la Metrópoli.

Con respecto a la Junta de Información se hizo evidente que España no tenía intenciones de modificar la situación existente, pues desoyendo las demandas de los reformistas promulgó un decreto que estableció un nuevo impuesto del 10 por ciento sobre la renta de todo tipo de propiedad y además no modificó el sistema tributario vigente.

El fracaso de los reformistas antillanos, que no buscaban cambios profundos, y la ausencia de voluntad de los españoles por aliviar la rigidez del yugo colonial, dieron lugar a un brusco empeoramiento del clima político de la Isla que derivó en el alzamiento.

Portuondo Zúñiga afirmó que en su mayoría los españoles subestimaron a los cubanos, y que la insurrección fue un fenómeno más allá de lo local, la cual derivó en una guerra cruenta para ambas partes, y no en un paseo militar como algunos equivocadamente pensaron.