Bayamo despertó envuelto en olor a pólvora, aquella madrugada del 26 de julio de 1953. La principal arma de los asaltantes era el factor sorpresa; el menor paso en falso echaría por tierra la operación planificada en secreto por Fidel Castro y los miembros del Movimiento 26 de Julio, quienes veían en la lucha armada el único camino para alcanzar la libertad.
Los 25 jóvenes designados para asaltar el Cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, al mismo tiempo que lo harían otros en el Moncada, en Santiago de Cuba, sabían que aquellas acciones podían costarle la vida, pero nada era más importante que lograr la verdadera independencia.
Según documentos históricos, Alejandro, seudónimo de Fidel, llegó al parque San Juan de la Ciudad Monumento, aproximadamente a las 10:00 de la noche, del día 25 de julio, donde recibió información de cómo marchaban los preparativos e hizo coincidir su reloj con el de Raúl Martínez Arará (al frente de la operación en Bayamo), con el objetivo de tomar ambas fortalezas militares al unísono. Allí, dio las últimas orientaciones y salió hacia la Ciudad Héroe.
No fue hasta después de las 11:00 p.m. que los asaltantes tuvieron en las manos los uniformes y las armas. Algunos durmieron varias horas, otros, ni siquiera pudieron pegar un ojo, pensando en lo que les depararían los sucesos.
Relatan, que después de las 5:00 a.m. del 26 de julio, Bayamo despertó con el ruido de los primeros disparos. Los habitantes se preguntaban a qué se debía tanto alboroto. El factor sorpresa falló, pero ese día cambió el rumbo de la nación cubana, había iniciado una nueva etapa de lucha revolucionaria.
En el amanecer de este domingo, aproximadamente a la misma hora que hace 62 años, 25 pioneros granmenses protagonizaron el asalto simbólico, para rendir homenaje a los audaces muchachos que dieron sus vidas por liberar de la tiranía a la Patria amada.
Una vez más, los pinos nuevos manifestaron su compromiso de honrar la sangre generosa en el mantenimiento de nuestras conquistas.
“Los jóvenes del centenario se convirtieron en un símbolo, un paradigma, en las razones de las generaciones que les hemos sucedido para mantener firme, esbelta y ondeante la bandera de la estrella solitaria”, expresó en las palabras centrales Gelkis Ricardo del Toro Pérez, primer secretario del comité municipal de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).
Agregó que amplios, profundos y diversos fueron los debaten en el recién concluido X Congreso de la juventud cubana, la cual reafirmó, en las comisiones de trabajo, mantener vivo el legado de los mambises, de quienes no dejaron morir las ideas del Apóstol en el año de su centenario, de los expedicionarios del yate Granma, de los Cinco Héroes cubanos y de tantos mártires que derramaron su sangre en el campo de batalla.
En la ceremonia, Aldo Daniel Naranjo, historiador de la Ciudad Monumento rememoró la opresión bajo la cual vivía Cuba, durante el gobierno de Fulgencio Batista, y el arrojo de aquellos valerosos jóvenes que liderados por Fidel Castro se fueron organizando y nació, así, la generación del centenario.
“Guiados por el ideario de José Martí llegó aquella legión de héroes, desde La Habana y otras partes del país a las ciudades de Santiago de Cuba y de Bayamo para asaltar, el 26 de julio de 1953, el cielo en nombre de la libertad, la justicia, los derechos humanos y todo aquel proyecto martiano y cespediano que hundía en el pasado la idea luminosa de un país de iguales.
“En estos fundamentos está que 25 jóvenes, en esa mañana de la Santa Ana, atacaran el cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo. Este es un día de recuerdo, un día para tenerlo en el corazón de la Patria, porque el 26 de julio nos enseñó ese camino permanente de la libertad que se conquista con dignidad y honor.
“Aunque fue un fracaso militar, sembró en el pueblo la hazaña de la independencia definitiva. Y si a Bayamo y a Santiago vinieron unos pocos, luego se multiplicaron en miles (…) porque el pueblo sabía que en Fidel estaba la esperanza del futuro”.
En nombre del pueblo de bayamés fue colocada una ofrenda floral frente al busto de Ñico López, uno de los asaltantes de antaño y cuyo nombre está inmortalizado en el, hoy, Parque-Museo, otrora fortaleza militar Carlos Manuel de Céspedes.
Asimismo, abnegados combatientes de la Revolución recibieron el carné que los acredita como militantes del Partido Comunista de Cuba.
Mediante la danza, la poesía y la música el pueblo granmense evocó la epopeya que trazó el camino hacia el triunfo definitivo, aquel primero de enero de 1959.
Galería de imágenes / Luis Carlos Palacios Leyva