El Cairo, – Arqueólogos egipcios buscarán la tumba de Imhotep, el arquitecto de la pirámide escalonada -la más antigua y prototipo de las de Giza-, labores que estarán concentradas en la necrópolis de Saqqara, confirmó hoy el arqueólogo Zahi Hawass.
Dicha expedición retomará desde la semana próxima el trabajo de años previos tras pistas sobre el autor de esa estructura, creada durante la dinastía III (2650 a.n.e), declaró a Prensa Latina el reconocido egiptólogo.

La pirámide escalonada, tumba del faraón Zoser, es la edificación más notable de Saqqara, un vasto cementerio de Memphis, capital del Antiguo Egipto.

En su época la obra más elevada con 60 metros y seis niveles superpuestos, sirvió como ensayo para levantar las siguientes -alrededor de un centenar-, entre ellas la monumental Keops, de unos 146 metros, así como las cercanas Kefrén y Micerinos, conjunto declarado patrimonio mundial, en tanto la mayor es la única maravilla de la antigüedad que sobrevive.

Hallar el sepulcro de Imhotep, posiblemente el primer ingeniero de nombre conocido en la historia, resulta todo un desafío para Hawass quien localizó en décadas pasadas las tumbas de los artífices de la gran pirámide.

Tal descubrimiento, que tuvo varias etapas desde 1990, es la prueba irrefutable de que dichas estructuras, por más inexplicable que parezca su origen y construcción, son fruto de la inteligencia humana y no de una civilización alienígena como sugieren algunas teorías, enfatizó.

El cementerio, ubicado al sur de esos colosales monumentos de piedra en la planicie de Giza, demuestra que no fueron extraterrestres ni tampoco esclavos azotados con latigazos quienes las moldearon, insistió Hawass.

Gracias a su trabajo de conjunto con otros especialistas resultó posible determinar que  los obreros no excedieron la cifra de 10 mil, que rotaban cada tres meses y quienes morían eran enterrados en la zona.

Sin dudas -agregó- se trata del más importante descubrimiento dentro de mi agitada carrera intentando descifrar claves del pasado.

Por lo que recuperar los restos de Imhotep podría cerrar una suerte de ciclo, además de constituir un homenaje a los creadores de tales reliquias.