Si es por Fidel, bienvenido cambio de ruta y de planes

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Por Orlando Fombellida Claro | 19 septiembre, 2016 |
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En el otrora instituto politécnico de la salud Clodomira AcostaFOTO/Fernando Ravelo
En el otrora instituto politécnico de la salud Clodomira AcostaFOTO/Fernando Ravelo

Cumplidas mis obligaciones laborales de la jornada, me dispuse a viajar a Banes, en la provincia de Holguín, donde residen mi papá, mi hermana y otros familiares cercanos.

En la sala de espera del periódico La Demajagua, en la céntrica calle Martí, en Bayamo, su director, José Fernández Vega (Pepito) me dispara a quemarropa:

-¿Tú eres el que va conmigo a Manzanillo?

-No. Para donde voy es para Banes -le respondo.

Por el pasillo central del edificio transita José Ángel Ramírez Durán, jefe de información,  Pepito le formula la misma interrogante y su interlocutor, con un acusador índice dirigido a mi suelta: él. Y Raulito (Raúl Morales, fotógrafo) añade.

Sin dar margen al más mínimo argumento evasivo, Pepito  dice con voz de jefe de pelotón: “Vamos, rápido. Damián llamó que Fidel está en el pediátrico  de Manzanillo.” Se refería a Roberto Damián Alfonso González, entonces primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) en la provincia de Granma, sudeste de Cuba.

Era 18 de julio de 1981.

Como bólidos salimos para la denominada Novia del Guacanayabo, con Pepe al volante de su auto Fiat 125 de color azul claro. Por ir en el otro asiento delantero del auto, frenando, más que él, ante la proximidad de un bache, no miré el velocímetro ni hora de salida y llegada al punto de destino, pero estoy seguro que es el más rápido de los cientos que he realizado a aquella ciudad.

Al llegar, el Comandante en Jefe conversaba en un pasillo externo,  con personal del hospital Hermanos Cordovés y directivos de Salud Pública en Granma.

En aquellos días, la epidemia de dengue hemorrágico introducido en nuestro país cobraba vidas de inocentes y, como es de imaginar, el humanista de talla universal que es Fidel inquiere sobre el impacto de la enfermedad en la zona.

El Máximo Líder de la Revolución Cubana recorrió todas las instalaciones del centro asistencial manzanillero, pregunta sobre su equipamiento y tratamiento a que son sometidos los niños con enfermedades renales.

Fidel en hospital Hermanos Cordovés, de ManzanilloFOTO/Raúl Morales
Fidel en el hospital Hermanos Cordovés, de ManzanilloFOTO/Raúl Morales

Sugiere se analice la posibilidad de construir allí  una sala de aplicación de terapia intensiva, similar a  una construida en Centro Habana, que conste con riñón artificial para atender a los niños  que padecen enfermedad renal  crónica.

Se interesó, además, por el estado general del inmueble y explotación de sus equipos. Orientó laborar en las redes eléctricas, pues le informaron que en ocasiones el voltaje disminuye en grado considerable, lo que afecta el funcionamiento y utilización de equipos médicos.

Acompañaba  a Fidel,  Roberto Damián Alfonso González y otros dirigentes, quienes fueron atendidos por Ana Guisantes Zayas, directora del Hermanos Cordovés.

OLFATO PERIODISTICO

Durante el retorno, Pepe comenta que si Fidel había ido ese día al pediátrico de Manzanillo, era casi seguro iría al siguiente al de Bayamo, por lo que me orienta estar atento a la trasmisión por radio del acto central por el Día de los Niños, en Santo Domingo, Sierra Maestra, municipio de Bartolomé Masó, donde El Comandante en Jefe dejaría inaugurado un Centro de Exploradores.

En cuanto finalice su discurso, añade, yo debía ir  con el fotógrafo Fernando Ravelo para el hospital infantil Luis Ángel Milanés, por cuanto si Fidel salía de Santo Domingo en helicóptero, él (Pepito) y demás integrantes del equipo periodístico de La Demajagua que estarían en ese lugar, retornarían por carretera y no llegarían a tiempo.

Con cierto temor por hacerlo en auto particular con chapa de Holguín, llegado el momento salimos a cumplir la tarea asignada. Al aproximarnos al lugar de destino, realizar un paneo visual y ver personas en las azoteas, Ravelo dijo: “el Jefe viene pa´cá”.

Llega, sobre las 4.00 de la tarde. Recorre con sus pasos largos y firmes las salas del  hospital, dialoga con niños afectados por dengue, también con sus acompañantes, médicos y enfermeras, a quienes les habla sobre el programa de creación de salas pediátricas de cuidados intensivos.

La doctora Idalmis Paumier, directora del  hospital, le informa que este tiene capacidad para 170 camas, pero se habilitaron otras 22  debido a la epidemia de dengue, enfermedad por la que estaban ingresados en ese momento, 63 niños.

En el exterior del General Milanés, el entonces primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba se despide de la doctora Paumier y otros trabajadores del hospital.

RUMBO A UN “HOSPITAL DE CAMPAÑA”

Los autos oficiales en los que se traslada el Comandante en Jefe y la comitiva acompañante, suben por la avenida Francisco Vicente Aguilera, primero, y luego por la calle Martí y Carretera Central, y los seguimos sin contratiempo.

El destino es el instituto politécnico de la Salud Clodomira Acosta Ferrales (ahora escuela pedagógica Rubén Bravo Álvarez), en el que se habilitó  una sala especial con 300 camas, para el ingreso  de personas con dengue.

Allí se repite la escena de sincero interés de Fidel por la evolución de los ingresados, y manifestación de afecto y gratitud hacia él, por parte de los enfermos y de quienes luchaban sin descanso por preservarles la vida.

Dialoga con varios pacientes, entre ellos la niña Beatriz Osorio González,  preguntándole cómo se sentía y si era bien atendida.

Fidel dijo que la sala se encontraba en buenas condiciones y era muy fresca.

A interrogantes  hechas por el Comandante en Jefe, el doctor Humberto Oramas, director del centro hospitalario especial,  Gudelia Brizuela, pediatra y subdirectora de la sala, y Víctor Benítez, director del politécnico Clodomira Acosta Ferrales, les responden que en la provincia de Granma solo habían ocurrido dos muertes causadas por dengue, siendo ambas personas mayores de edad.

Fidel expresó que tanto la escuela en general como la sala especial en particular, se encontraban en muy buenas condiciones.

Preguntó cómo marchaba en Granma la campaña contra el mosquito Aedes aegypti, informándosele que se trabajaba de manera intensa y lograban avances.

Al respecto, el eterno guerrillero informó que a finales de ese mes de julio de 1981, cuando se pasaría a la segunda fase en la lucha contra el mencionado insecto transmisor de enfermedades al hombre, el país contaría con cantidades suficientes de recursos como plaguicidas y equipos para combatirlo.

En todas las ocasiones reseñadas, Fidel dijo que se haría cuanto fuera necesario para cortar la epidemia y a favor de la salud de quienes la sufrían.

Allí se despidió, dándole la mano a cada uno, de sus acompañantes locales, incluidos el reportero y fotorreportero de La Demajagua, quienes tuvieron, en esta provincia, la exclusiva de esa estancia suya en Bayamo, gracias al olfato periodístico del director fundador del periódico La Demajagua, y   facilidades para trabajar que nos dio el personal encargado de la seguridad personal de Fidel, que en casos de pasillos angostos  frenó a otros, pero le abrió paso a Ravelo.

En el hospital infantil de Bayamo
En el hospital infantil de Bayamo

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