Como es tradición cada 11 de enero los pobladores del municipio granmense de Media Luna, depositarán una ofrenda floral en la fuente del parque de la localidad, que atesora una escultura de Celia Sánchez Manduley.

La fuente recuerda el ambiente silvestre y natural preferido por la destacada combatiente, quien como toda flor necesita la humedad y sol radiante que confluyen en esa obra que la eterniza.

Este miércoles se darán cita en el territorio que la vio nacer pioneros, jóvenes, trabajadores, cederistas, federadas y adultos mayores, quienes rendirán tributo a la ilustre coterránea.

En otros rincones de Cuba también se multiplicarán los homenajes floridos a la heroína de la lucha guerrillera y clandestina.

Celia vino al mundo un 9 de mayo de 1920 en Media Luna, provincia de Oriente. Se nutrió desde la juventud con la savia rebelde y patriótica de su tierra natal, y en su hogar respiró las más elevadas ideas de justicia y dignidad humana.

En el año 1953 acompañó a su padre a colocar en la cima del Pico Turquino un busto de José Martí. Fundadora y dirigente del Movimiento 26 de Julio en el territorio sur de la antigua provincia de Oriente, organizó y consolidó el Movimiento en varios lugares como Manzanillo, Campechuela, Media Luna, Niquero, Pilón y otros.

Ejecutó un formidable trabajo de organización con los campesinos y sindicatos de la región. En coordinación con Frank País cumplió con absoluto rigor las instrucciones de crear una base de apoyo en la zona prevista para el desembarco del “Granma”.

Después de los días sombríos y amargos que siguieron al desembarco y a la dispersión de Alegría de Pío, comenzó a preparar el suministro al grupo encabezado por Fidel.

En marzo de 1957, la combatiente clandestina se incorpora al Ejército Rebelde convirtiéndose en la primera mujer en integrar sus filas.

Luego devendría, junto al líder de la revolución, en una de las impulsoras de la creación del pelotón femenino “Mariana Grajales” y  de la incorporación de la mujer a la lucha armada.

Al producirse el ataque al Uvero, su fusil es uno de los que dispara contra el cuartel.

En las funciones que desempeñó se le vio trabajar con ahínco y eficacia, por eso su huella creadora puede encontrarse hoy en muchas y variadas obras. En todo momento fue incondicional a Fidel.

Su nombre y su figura aparecían esporádicamente en público, pero no hacía falta, el pueblo sabía que ella estaba allí, donde debía estar. Y así, día tras día, se adentró más y más en el corazón de los cubanos.

La heroína de la Sierra y el llano falleció el 11 de enero de 1980, causando un profundo sentimiento de dolor en todos los que la conocieron y amaron.