Francisco Vicente Aguilera puso su fortuna al servicio de la Revolución

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Por Anaisis Hidalgo Rodríguez | 24 junio, 2016 |
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FOTO Luis Carlos Palacios Leyva
FOTO Luis Carlos Palacios Leyva

La conferencia “Francisco Vicente Aguilera: una fortuna al servicio de la Revolución”, de la máster en Ciencias Idelmis Mari Aguilera, con motivo de la XIV Conferencia científica “Nada tengo mientras no tenga Patria”, que concluyó hoy en Bayamo, estableció paralelos entre el aporte material y espiritual de este patriota bayamés a la forja de la nación cubana.
Aguilera destaca por ser el único heredero de una de las familias más antiguas de Bayamo, descendiente de inmigrantes jamaiquinos que posteriormente incrementan su fortuna al unirse a los Tamayo, uno de los primeros conquistadores de Bayamo.

La suma de sus bienes materiales y cargos políticos y militares que hereda, hacen de Aguilera el acaudalado más importante de la región oriental.

Como en toda la aristocracia, persiste el interés por incrementar la fortuna. En ese sentido, Aguilera y su familia buscan trascender a la jerarquía de Bayamo, Manzanillo, Las Tunas y Holguín, territorios por donde se extiende su fortuna, y llegar a la jurisdicción de la dirección departamental, hecho que ratifica el matrimonio contraído con la joven santiaguera Ana Quindelán, descendiente de una de las familias más importantes de la época.

“Tras fallecer sus padres, Aguilera hereda vastas extensiones de tierra. Un inventario general efectuado el 25 de mayo de 1868, reportaba que el valor en activo de su fortuna ascendía a dos millones 629 mil 905 escudos, desglosados en fincas urbanas y propiedades rústicas en las jurisdicciones de Bayamo, Las Tunas, Manzanillo y Jiguaní, así como haciendas reducidas a sitios”, acota Idelmis Mari.

“Poseía tres ingenios, Jucaibama, Santa Isabel y Santa Gertrudis, un cafetal, haciendas en Ceiba y Cabaiguán. En esta última tenía dos mil 906 caballerías de tierras; el hato de Jucaibama, los potreros de Magueyes y Santa Catalina, el común de Viramas era casi de su total posesión, en ella tenía 13 haciendas, potreros, sitios y estancias, además de miles de cabezas de ganado y centenares de esclavos.

“En materia política y en el rango militar hereda el cargo de regidor perpetuo del ayuntamiento de Bayamo, el de Comandante de las milicias blancas y síndico de Cabaniguán, Viramas y Jucaibama. Tal era su jerarquía cuando se lanza a una guerra separatista para arrancarle a España la independencia de Cuba.”

Su grandeza, valor cívico y eticidad, lo encontramos sintetizado en la frase que da vida a este evento: Nada tengo mientras no tenga Patria”, expresada por él cuando se le consulta acerca del incendio de Bayamo.

Suya también es la idea y convicción de que solo Cuba libre les puede devolver a los cubanos Patria, hogar y fortuna.

Poner su riqueza al servicio de la insurrección que ha iniciado Carlos Manuel de Céspedes, es una premisa que mantiene inclaudicable desde los inicios de la contienda.

“Solo en una ocasión recuerdan escuchar lamentársele por no tener dinero como en otros tiempos para ayudar a José Antonio Saco.

“Siempre, en medio de ese drama familiar, inculca a su familia en el principio de que el trabajo sea la guía de su conducta. Aguilera nunca decae en su patriotismo y su ética, nunca considera que ha puesto demasiado en función de la independencia, al contrario, sigue pensando que la Patria necesita de la colaboración de todos los cubanos”, destaca Idelmis Mari.

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