Gastronomía granmense: Rumbo al reposicionamiento (II)

Share Button
Por -Mariela Fernández Ortiz-, Aleidis Cuba, Andy Zamora Zamora, Roberto Mesa Matos y Sara Sariol Sosa | 1 junio, 2018 |
1
A pesar de los lunares hay que reconocer en el sector las extensas jornadas de trabajo (incluye ferias los fines de semana) y la gestión particular de decoración. FOTO/ Luis Carlos Palacios

Hace apenas algunos días, cuando La Demajagua Digital publicaba en un trabajo, que de los pocos proyectos de iniciativa municipal para el desarrollo que se han diseñado en Granma, la mayor parte de estos funcionan en unidades de la Gastronomía, Ariel, un internauta comentaba:

“No es solo embellecer las unidades de servicios gastronómicos, sino también mejorar las normas de cortesía y educación formal en el personal que labora en ellas, así como hacer valer el servicio con la profesionalidad que hoy falta en casi el 90 por ciento o más de las unidades que existen en el territorio.”

Su opinión es muy categórica, pues es este un sector que, como en la vida misma, no todo es blanco y negro, hay matices, ejemplos de colectivos que intentan agradar a los clientes; pero en honor a la verdad la excelencia, vista en el sentido más amplia de la palabra, en sentido general está aún distante, de eso se queja con frecuencia la población, que como Ariel no puede entender, por qué muchas veces falta correspondencia entre la actitud de gastronómicos, y el esfuerzo estatal por dignificar las unidades.

Sobre ese último asunto habló La Demajagua la pasada semana, ahora aborda el primero con apoyo de criterios de algunos entrevistados.

¿CUESTIÓN DE SENTIMIENTO?

En Cauto Cristo, la empresa municipal del sector parece haber encontrado el camino que conduce a la eficiencia, porque hoy sus trabajadores ganan poco más de dos salarios promedio, y entonces hasta cierto punto parecen haber resuelto el problema al cual se le atribuye en no pocos casos, el desgano en la atención del sector, la violación de los gramajes y el desvío de parte de los productos que llegan las unidades para ser elaborados.

Acaso por eso, los criterios son divergentes, pues reconocen por una parte un mejoramiento en la atención, sin negar cuestiones puntuales para ser analizadas.

Según Adis López Ramírez, hay mayor agilidad y limpieza en la mayoría de las instalaciones, además de buenas atenciones de los dependientes y administradores, sin embargo, como explica Osvaldo Rosales Fernández, debiera haber una gama más amplia y sistemática de productos y menos constricción de los horarios.

Leandro Godefoy Vivó alude a la falta de distinción en el trato, mientras Dania Morales Pérez: reconoce que, aunque hay buenas ofertas, el precio en algunas es contradictorio, como es el caso de las pizzas comercializadas a cinco pesos, dos más que en los establecimientos de los trabajadores por cuenta propia.

Por tal razón comenta Ireida Escobar López, Administradora de la pizzería Las Brisas, han dejado de tener entre sus habituales comensales a los estudiantes del instituto preuniversitario de la cabecera local, amén de que las capacidades de la unidad están limitadas para solo 16 personas, en lo cual también influye un déficit en la capacidad de cocción (un solo horno).

Santiago Ortiz Fernández, miembro de la comisión permanente de la Asamblea Municipal del Poder Popular para atender la esfera, hace alusión a análisis del órgano sobre el tema que nos ocupa, los cuales comprobaron sentido de pertenencia y la práctica de la ética profesional en el Restaurante 1750, el centro nocturno El guamá y la cremería Luz del Cauto, no así en las unidades El romance y La Plaza.

En Manzanillo, a propósito de este sondeo, el joven Maikel Fernández Pérez comenta que quiso regalarle recientemente a su niña una cena en El Palermo, pero “fallé en la elección, a las siete de la noche solo había bistec en cazuela, tuvimos que conformarnos con espaguetis, pero peor sería haber ido a Las Américas, como muchas personas coinciden, ahí cocinan muy mal,  en tanto en otros establecimientos al parecer, por el sabor y la textura de los alimentos, recalientan lo que no se consumió en el horario del almuerzo para la comida.

Rubén Quesada Escalona muestra preocupación por el déficit de utensilios, un asunto que de acuerdo con directivos va en vías de solución; mas, al menos en estos momentos, hay que esperar para tomarse un batido en la cafetería El ciclo, en pleno corazón de la ciudad del Golfo, porque son insuficientes los vasos.

Tan lamentable como eso, es para Gilberto Oduardo Mejías que, “a veces, cuando visitas una cafetería o restaurante de la localidad te miran mal, demoran en hacer el pedido, y te traen la cuenta sin que uno la haya solicitado”.

La guisera Yadira García, advierte la necesidad de que cuando se abra un servicio, se conciba todo cuanto se requiera para las elaboraciones, pues en el local Café serrano, el trato esmerado se empaña por no disponer de leche o crema para la elaboración de la especialidad que lo lleva, mientras la unidad tampoco tiene asignaciones de biscochos.

Medialunenses, como Carlos Olivera recaban en esa zona costera sentido de pertenencia de los trabajadores del ramo, amabilidad que acompañe el servicio, pues el trato no siempre es adecuado. Según Pablo Sánchez, además, se reitera el no poner en tablilla el precio de los productos, violar los gramajes y la falta de ética.

Allí, entiende Hugo Alberto Jerez Núñez, “es pobre la gestión para atraer a los clientes e incrementar las ofertas, en una etapa en la cual el sector compite con el no estatal”.

A varios bayameses, entre ellos Gladys Lora, les inquieta la bajada de la calidad de las pizzas y espaguetis que hoy se ofertan en el bar Pedrito.  “Nada que ver a lo que se comía allí antes, las pizzas son una masa delgada, gomosa, con muy poco arriba, según el administrador por la mala calidad de la harina, pero las de La tropical siguen siendo buenas.  “¿Es una harina diferente?”

De los problemas en las elaboraciones también nos hablaron, al salir del restaurante La España, los hermanos Jorge y Alicia Méndez Weeden.  “Muy malos los cocteles de camarón y pescado, como en un agua al estilo del coctel de ostión; las ruedas de sierra estaban quemadas por fuera y crudas por dentro, sin sabor al igual que el congrí, que además estaba frio”.

Para quienes el día de nuestro sondeo salían del cercano restaurante vegetariano, las ofertas eran aceptables, pero demorado el servicio, una deficiencia que también les atañe a varias unidades, como la hamburguesera, esta última que, dicho sea de paso, el pasado lunes ofertaba en su exterior bocaditos de cerdo asado.

Encima de una mesa, sin mucho o ningún protocolo, en una bandeja, los panes y carne al descubierto, eran atractivos para las moscas, todo por la falta de eso que llaman cultura gastronómica, y que todavía nos ronda.

LAS MISMAS PIEDRAS

Muchas más opiniones y nombres de unidades llegaron a nuestras agendas en el proceso de elaboración de este trabajo, imposibles de citar en tan poco espacio, pero, al final no son cosas que no conozcamos, ni nosotros, ni los directivos del sector.

Lo que más llama la atención, como señalara el medialunense Hugo Alberto Jerez Núñez, es cómo podremos seguir defendiendo la preponderancia de la entidad estatal socialista sobre otras formas económicas, si la vida demuestra que, en cuanto a atención, variedad, elaboración y presentación de las ofertas, la gastronomía estatal está en franca desventaja, aun cuando por razones de peculio personal, es la opción más al alcance de los cubanos.

Hay un secreto que recorre las calles, en cuanto al desvío de aseguramientos destinados a las unidades, de ahí que muchas veces usted está entre los primeros en entrar, y ya no hay varios platos, porque estos van a la carta, como dice un conocido, como ofertas de representación.

Y hablamos de las ofertas a base de cárnicos, porque los entrantes, las ensaladas y los postres, ya no son asignaturas pendientes, sino desaprobadas eternamente en la gastronomía estatal, por la falta de gestión e iniciativas.

Mas, esas cosas, reiteramos, que no son nuevas, lastran el esfuerzo del territorio que hoy nuevamente destina una suma millonaria para elevar el confort de los establecimientos.

La Gastronomía, como se ha dicho, anda en busca de reposicionamiento, pero a ese punto no podrá llegar si la totalidad de sus colectivos no apartan del camino, las piedras con las cuales siempre tropiezan.

Responder a Diana Iglesias Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

  1. En el restaurante que se encuentra en el MAE de Guisa cocinan bastante aceptable, hace algunos meses fuimos en asuntos de trabajo a ese municipio y para sentarnos diez personas pasamos trabajo, habia mesas pero no taburetes suficientes. En el Palermo en Manzanillo he comido este año tres veces, y hay pocos platos de verdad aunque la carta aparece llena, tienen buen trato pero el servicio se demora en exceso, tienen razón los señalamientos de las pizzas del Bar Pedrito muy distante de lo que fueron un día, y en la mayoría de las unidades encontrarse un gramaje justo es una suerte, lo encuentras en las unidades de los municipios no en Bayamo y Manzanillo, en el restaurante de Cauto Cristo, muy lindo por cierto, buen servicio y buena presentación. Felicidades igual que los principales restaurantes de Masó y Buey Arriba, donde respetan más el gramaje de los platos y hay lo que dice en la carta.