Golpes a la fecundidad

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Por Diana Iglesias Aguilar | 16 enero, 2018 |
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¿Qué factores golpean  la salud sexual de los jóvenes y adolescentes hoy? Es una pregunta que trato de responder en conjunto con dos entendidos en la materia, avalados por más de dos décadas de trabajo ininterrumpido en el campo de la sexualidad, la prevención de infecciones de transmisión sexual entre estos grupos de edades.

Para el especialista  en ginecobstetricia y Máster en Ciencias, Doctor Adolfo Luis Malcolm  del Hospital Universitario Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo y el Licenciado en Epidemiología José Martínez del Departamento de Educación y Promoción para la Salud en Granma, la educación es el eslabón más afectado en esta larga cadena que es la salud sexual y reproductiva, aspecto que se debe nutrir primero dentro del hogar, muchas veces cojo por asuntos cognitivos o porque los padres no poseen  herramientas acertadas para el manejo de las temáticas.

También intervienen, aseguran mis colegas, con amplio quehacer como comunicadores en  la radio y proyectos comunitarios, que  los medios de comunicación masiva, la televisión sobre todo, juegan su papel definitorio; y por último, las instituciones, tanto las educativas, desde el círculo infantil, como los centros de atención sanitaria, llámese consultorios, policlínicos y los centros de promoción de salud, articuladores de las campañas de bien público y de la formación de promotores.

Hablar sin cansancio, dialogar con los hijos adolescentes y jóvenes, sin miedos, es la receta en la que coincidimos los tres, a la que se suma la Doctora en Ciencias Lilian Lores, Profesora de la Universidad de Granma, devenida promotora de salud y la que argumenta desde su experiencia como pedagoga, que hay grandes lagunas en la formación de los profesionales de la pedagogía en materia de sexualidad.

Coinciden los especialistas que el escaso tiempo que se dedica hoy  en el interior de los hogares a platicar y compartir la cotidianidad en familia atenta contra el sólido intercambio entre generaciones, fraccionado por el consumo de materiales audiovisuales de cualquier procedencia y calidad, y el incremento del tiempo frente a soportes tecnológicos de cualquier miembro de la familia.

Con tantos vientos huracanados  en contra, el edificio de la formación de las más nuevas generaciones se tambalea. Se hace necesario abrir espacios para compartir hogar adentro y aterrizar los métodos para formar profesores capaces de hablar desde los sentimientos, la necesidad humana de compartir con sus homólogos en la intimidad, de fundar proyectos comunes y sentir ese placer sublime, sin atemorizar con las rachas superiores que implican embarazos no deseados, infecciones de transmisión sexual y lo que unos y otras traen de negativo para la salud.

Los equívocos en la educación de la sexualidad cuestan caros y se manifiestan en nuestra sociedad hace algunas décadas. Si bien es cierto que la tasa de mortalidad infantil es baja, cercana a la media nacional, y los gastos en campañas de bien público para prevenir embarazos no deseados son altos, son elevadas las cifras de adolescentes y jóvenes que hacen uso de los métodos de interrupción de embarazos, entendiendo esta situación, ante todo, como un fallo educativo que nos compete a todos, sin excluir a nadie.

Práctica frecuente entre la población joven, el legrado, compite con otros procederes enemigos del incremento de la fecundidad, entre ellos la regulación menstrual y el supuestamente más inocuo y novedoso: el  misoprostol. A los que se llega por el fallo en el uso de métodos de protección, que hablan de irresponsabilidad a varios niveles y de la distancia que hay entre el conocimiento de la población de los métodos anticonceptivos y su uso eficaz.

Creciente es el número de muchachas  con experiencias dolorosas  por no prevenir gestaciones indeseadas. Muchas no conocen ni siquiera el climax de la satisfacción sexual,  carecen de proyectos de pareja y ya tienen una historia reiterada en quirófanos y salones de espera ginecológicos. Hay que enseñar a amar, que vuelvan aquellos novios que en la adolescencia se tomaban con ternura de las manos, ansiosos y expectantes por lo que vendrá, pero decididos a vencer con calma y seguros de sí en cada etapa.

Habrá que hacer nuevas y reforzar las alianzas entre los padres y las escuelas, que los medios de comunicación apoyen más en la formación y se ayude a los progenitores a adquirir herramientas educativas. La fecundidad es un gran tesoro de nuestra sociedad. De esa palabra algo abstracta, depende también el futuro, no solo de Cuba, sino de cada uno de nosotros.

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  1. Realmente es una tema que tiene muchas aristas e interpretaciones, lo cierto que nos toca a todos plantar nuestro granito para q la situación tome otro rumbo y cuando digo a todos es desde la cuna en el seno familiar hasta lo laboral, no dejemos a un lado la vida de tantos adolescentes y jovenes, de nuevo gracias a diana por el comentario