La zafra azucarera 2017-2018 se recupera de manera paulatina  en la provincia de  Granma, aunque  no al ritmo que requiere, tras las afectaciones  en los cañaverales por las lluvias de los últimos meses y que parece van a  dar una tregua.

La arrancada del central Bartolomé Masó en la mañana del viernes, 9 de febrero, hace posible  el completamiento de la nómina  de las unidades con la que dispone el territorio para producir azúcar.

Ahora es fundamental levantar las molidas y extraerle el máximo del crudo por tonelada a la materia prima procesada en las cinco fábricas, no obstante el  bajo grado de madurez de la caña en su contenido de sacarosa (Brix)  y el comportamiento de la pureza en los jugos, factores que han estado incidiendo en los rendimientos industriales.

Mejorar la eficiencia energética, deprimida en estos momentos,  cuidar la calidad del producto y reducir el tiempo perdido con un accionar rápido en el mantenimiento de la maquinaria  y ante las roturas imprevistas son otros de los asuntos a tener en cuenta en los análisis en cada colectivo de trabajadores que participan en la cosecha.

Mientras, los agrocañeros  del Enidio Díaz Machado, de Campechuela mantienen  su habitual estabilidad y  los del Arquímides Colina Antúnez, de Bayamo apuntan hacia un cambio satisfactorio en esta campaña.

Asimismo, le corresponde dar una positiva  respuesta a  las unidades  del Roberto Ramírez Delgado, de Niquero, Bartolomé Masó, en el municipio homónimo,  y  el ríocautense Grito de Yara,

Aprovechar las bondades que hoy ofrece la naturaleza con temperaturas agradables y aires frescos que deben favorecer  los campos y el Brix de la dulce gramínea para que la Empresa Granma se crezca y cumpla  en la producción azucarera.