Guáimaro tras el lente de la Portuondo (+audio)

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Por Anaisis Hidalgo Rodríguez | 3 abril, 2019 |
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FOTO/Anaisis Hidalgo Rodríguez

El espacio académico Aula de Pensamiento Cubano y Latinoamericano, auspiciado por la Casa de la Nacionalidad Cubana dedicó su sesión de este miércoles al pensamiento constitucionalista cubano con énfasis en la Constitución de Guáimaro.

El debate germinó en reflexiones como la tradición constitucionalista que en Cuba se comienza a ver a partir de Guáimaro, el 10 de abril de 1869.

“Este es el primer intento por gestarnos leyes propias para nacer como país propio pero no podemos olvidar tampoco que contiene un grupo de limitaciones asociadas al estadío en que se encuentra el pensamiento cubano en ese momento en que está emergiendo”, comentó la máster en Ciencias Idelmis Mari Aguilera.

La doctora en Ciencias Olga Portuondo Zúñiga, quien introdujo el tema con una conferencia subrayó que en Guáimaro prima el sentido constitucionalista de crear un estado, de una república para representar el poder revolucionario en el exterior para lo cual había que formar un gobierno.

“Yo tengo muchos prejuicios con respecto a la constitución de Guáimaro porque en primer lugar se hizo en dos días, se hizo pensando que era provisional y duró un buen tiempo. Y la hicieron Ignacio Agramente, quien después cambió de opinión y Antonio Zambrana, que se fue del país. El objetivo fundamental fue controlar a Céspedes como Presidente de la República.

“La Constitución de Guáimaro no pasó de Guáimaro y sus acreedores. Nadie se enteró en la Habana que había una Constitución de la República de Cuba en Armas”, precisó la Premio nacional de Historia y Ciencias sociales.

Según la Portuondo, Carlos Manuel Villabella Armengol profundiza en estos temas constitucionales, a su juicio la de Jimaguayú  es la que más se acerca a un criterio democrático; las otras siempre manifestaron una dependencia del poder civil en medio de la guerra.

“Yo me interrogaba por qué Calixto García se oponía a Céspedes y le di la razón, la autoridad militar no estaba refrendada por parte de Céspedes, que solo se ocupaba de la problemática política internacional. No vamos a prejuiciar con Céspedes, era un hombre civilista, manejaba muy bien el sable pero no tenía conocimientos de la guerra irregular.

“El poder legislativo  se  convirtió en una oligarquía de cuatro hombres que eran una impedimenta para la guerra. Eso era Guáimaro. Un símbolo de la creación de un estado revolucionario, y una república independiente que procura la unidad, hasta ahí.”

Como parte del espacio se promocionó  y gestó la venta de libros asociados a la temática, entre ellos Un liberal cubano en la corte de Isabel II, Nicolás Joseph de Rivera y Caribe: raza e identidad, todos de Olga Portuondo quien gentilmente accedió a firmar ejemplares a los compradores.

El espacio académico tiene como propósito propiciar el intercambio y debate sobre temas medulares del pensamiento cubano en las diferentes etapas del desarrollo de la nacionalidad y la nación cubanas y su interrelación con el pensamiento de figuras fundacionales del ámbito latinoamericano.

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