Las pretensiones de rememorar el indiscutible aporte de aquellos jóvenes, cuando -de algún modo- trataban de salvaguardar a su Revolución, fue el único pretexto para el encuentro.
Ellos no hablaron de patadas ni de piñazos y, mucho menos, de la discreción necesaria para salir airosos en las misiones asumidas, aún sin creerse guardianes. Pero algo sí quedó bien claro, lo que representó y sigue significando para Cuba el Ministerio del Interior (Minint).
De hecho, jamás importó que aconteciera unas horas después de las celebraciones por el Aniversario 60 (6 de junio), porque a ese órgano y a la defensa del país han dedicado casi una vida entera.
Así lo dejaron entrever Carlos Medina Blanco (Carlín), Ronald Cuesta Sánchez y Roberto Larramendi Gómez (Mariachi), a quienes también los une otra pasión: la práctica del karate-do.
Sin embargo, de esa arte marcial japonesa el estilo Jyoshinmon Shorin Ryu era el que más se ajustaba para convertir a algunos de sus practicantes en expertos en defensa personal (combinación de golpes de manos y pie).
“Comencé a trabajar en la seguridad personal y en la preparación de oficiales”, recordó Medina Blanco, uno de los primeros que en Granma dijo sí a la convocatoria, a mediados de la década de los años 70 del siglo anterior, aunque los inicios en el país se remontan a los primeros momentos de la Revolución.
Entonces, fue con la contribución del reconocido karateca y miembro del Minint, Raúl Martínez, que aquella iniciativa comenzó a tomar forma, y hasta hoy ha reunido a miles de aliados.
“Se necesitaban fuerzas activas y para la reserva, en caso de algún suceso importante”, añadió Carlín, entre los iniciadores del karate-do en la provincia y una de sus voces autorizadas, “y el día que deje de practicarlo me sentiré muerto”, confiesa.
A esa misión también se unió Cuesta Sánchez, pero mediante el destacamento UJC-Minint, que surgió años después (en 1986), “entre otras, la tarea fundamental era apoyar la seguridad personal de altos dirigentes”, evoca uno de sus fundadores.
Casi al unísono nació la Brigada Especial de la PNR, “para formar parte de sus filas se necesitaba una preparación extrema”, recuerda Ronald, antes de insistir que dominar el karate-do resultaba un requisito indispensable.
“Asumí la tarea de alistar a los 30 karatecas que aquí decidieron sumarse. Además, se hizo un curso intensivo, esa era la oportunidad para elevar el nivel; incluso, luego, se extendió a otros frentes”, expone Larramendi Gómez.
Asimismo, revela que algunos llegaron a convertirse en altos oficiales y otros en instructores, “pero hoy la defensa personal sigue siendo una asignatura obligada para las nuevas generaciones”, acota.
Con tremendo orgullo rememora Mariachi la contundente victoria del conjunto granmense ante su similar de Santiago de Cuba, durante un tope que acogió la sala techada 12 de Enero, en 1994, “los santiagueros tenían tremendo equipo y logramos derrotarlos”, refiere sobre el auge y la popularidad que, en aquellos instantes, habían ganado las brigadas especiales por todo el país.
Por supuesto, a Carlín también le resulta casi imposible revelar el privilegio que siente por haber formado a un grupo de oficiales del Minint y por contribuir a la consolidación de una causa que jamás ha parecido perdida.