Casi siempre las guerras nos muestran los verdaderos héroes, mas los tiempos de paz, que también cargan eventualidades complejas, los grandes hombres descansan en el anonimato o en el mejor de los casos en noticias que el tiempo sepulta.
Hace más de 200 años por tierras cubanas, antes de comenzar la lucha contra los españoles para alcanzar la independencia, vivieron unos hombres conocidos por “domar” el fuego.
LA HISTORIA COMIENZA ASÍ…
Más de 70 viviendas, incluyéndose grandes mansiones, varios almacenes e instituciones públicas, quedaron devastadas en Cuba durante el siglo 19, tras sufrir los embates de feroces llamas, que a no pocos sitios los extinguió al recuerdos de periódicos o, sucumbió en el olvido.
De aquellos días de una tonalidad gris acentuada que sobrevolaba en las calles de cualquier ciudad cubana, sobre todo las ubicadas en el centro del país, vagan las crónicas de momentos inolvidables de gritos de auxilios y de lamentos, y los intentos por salvaguardar ante todo la vida humana, que tantas veces quedó reducida a polvo.
Narran las memorias del año Mil 890 en la Isla que el sábado 17 de mayo se produjo en la ferretería de Isassi, ubicada en La Habana Vieja un incendio, considerado la mayor catástrofe de la época.
El desconocimiento de los volúmenes y cantidades de sustancias acumuladas allí y la negativa del dueño de ofrecer la información precisa, provocó que mientras intentaban sofocar el siniestro ocurrieran varias explosiones en las que perdieron la vida 17 bomberos del comercio, ocho municipales, uno de la armada, cuatro agentes del orden público y ocho ciudadanos que estaban como espectadores, además de una gran cantidad de heridos, según la enciclopedia digital Ecured.
El hecho conmovió al pueblo habanero que de manera voluntaria hizo de aquel sepelio una rememoración voluntaria, lo que incentivó al Gobierno español crear, casi una década después, un mausoleo a quienes disponen su vida al peligro.
El Mausoleo a la memoria de los Bomberos; se erige en el Cementerio de Colón, como el panteón más alto de la necrópolis y su costo fue de 65 mil pesos en oro, lo que se logró gracias a donaciones a título personal y al Diario de la Marina, uno de los más reconocidos de la época.
Fue el siglo 19, donde se organizó y se reconoció por el Gobierno la necesidad de tener un cuerpo de bomberos, que pese a la institucionalización no llegó a establecerse en todo el país, ni de manera tan inmediata.
Por ejemplo en el oriente del país se reconoció oficialmente el 13 de julio de mil 838 el Cuerpo de Honrados Bomberos, constituido siente años antes en Santiago de Cuba.
Igual suerte corrió la ciudad de Santa Clara, donde se estableció en junio de Mil 832, el Cuerpo de Bomberos que no fue aprobado hasta mediados de la década de los cincuenta por la Capitanía General.
No obstante, las llamas en Cuba ardieron mucho antes, incluso que la mayor quema de la historia del país, la quema de Bayamo. Para conocer sobre los primeros incendios tendremos que ir al siglo 17.
Según publica el periódico Juventud Rebelde los orígenes de la actividad de extinción de incendios en Cuba, se ubica a finales de mil 696 en la actual ciudad de Santa Clara, donde los numerosos incendios que se producían en sus almacenes, necesitaron organizar este servicio.
Nace así, la primera formación de Bomberos Voluntarios se organiza el 13 de noviembre de mil 696, detrás de la Ermita de la Virgen de la Candelaria, en la actual Villa Clara.
Este Cuerpo de Bomberos adiestraba a los vecinos y otros individuos —como los esclavos— en las estrategias para combatir incendios. Entonces llenaban de agua barriletes destinados al comercio de ron y miel, que hacían llegar al lugar del siniestro pasándolos de mano en mano. ¿Difícil tarea verdad?
Sin embargo, el primogénito Cuerpo de Bomberos de Cuba no sería el único en valerse de hombres humildes para desarrollar esta acción.
Blancos, pardos y morenos, que a su vez se agrupaban en brigadas de albañiles, carpinteros y herreros, integraron también el cuartel de La Habana. Con posterioridad se incorporaron humildes trabajadores artesanos, oficios de los negros libres en la mayoría de los casos.
Aquel servicio de meterse entre llamas se realizaba de manera voluntaria y con mucho trabajo, pues se carecía de la tecnología en la época.
Este panorama de escasez cambia al desarrollarse una de las principales urbe del país, La Habana, donde las compañías de seguros decidieron crear un Cuerpo de Bomberos Voluntarios, integrado por jóvenes.
Este cuerpo sería el primero en contar y emplear la primera máquina de vapor existente en la Isla, durante el incendio que en la madrugada del 6 al 7 de septiembre de mil 873 redujo a cenizas el mercado conocido como Plaza del Vapor.
Pese a ese despegue tecnológico, los bomberos capitalinos durante años brindaron sus servicios, limitados a menudo por la deficiencia de sus bombas, o por la falta de caballos para trasladarlas hacia el lugar de los siniestros.
Lo que el 13 de noviembre de Mil 696, marca como el nacimiento oficial del Cuerpo de Bomberos de Cuba, se consideraba un rudimentario grupo de apagafuegos en un país, hoy se ha fortalecido.
Actualmente el Cuerpo de Bomberos de Cuba ha ampliado su misión, se ha sumado como apoyo al Sistema Integrado de Urgencia Médica, de ahí que se hayan incorporado en las tareas de rescate en derrumbes, ciclones y otras eventualidades.