Historias de luz

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Por Leslie Anlly Estrada Guilarte | 25 agosto, 2015 |
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Electrica, GranmaLa historia la protagonizan hombres y mujeres de carne y hueso, y no solo la conforman momentos históricos de luchas armadas contra regímenes opresores, sino acontecimientos trascendentes para los pueblos.
El anonimato a veces les está destinado a quienes participaron en eventos imprescindibles para nuestro desarrollo económico. La electrificación del país es uno de esos sucesos que tocó a las puertas, cambió vidas, e hizo historias, a pesar de las zonas que aún esperan porque se haga la luz.

ATRÁS LAS LÁMPARAS DE ACEITE

Hace mucho más de 100 años, las lámparas de aceite y velas eran la vía más utilizada para iluminar los hogares, lugares de trabajo, templos y otros sitios. Pero, cuando se inventó la lámpara incandescente, en la década de los 80 del siglo XIX, su éxito fue rotundo, aunque su desarrollo y extensión, gradual.

Y la evolución no se detuvo ahí. El tubo fluorescente apareció con el fin de la Segunda Guerra Mundial, y trajo algo de luz, a la sombría época que vivían la mayoría de los países tras las angustias de aquellos enfrentamientos.

Muchas tendencias y momentos ha tenido la electrificación en todo el mundo, en dependencia de las características económicas, sociales y políticas de cada región.

En Cuba, influyó la posición geográfica y su dependencia de España primero y, luego, de los Estados Unidos. En los inicios, el alumbrado durante la noche constituyó la señal más significativa de electrificación, y este proceso estuvo matizado por los diferentes acontecimientos históricos.

A Bayamo, el servicio eléctrico llegó más tarde que a otros territorios del país. En diciembre de 1906 el alumbrado público estaba constituido por 24 luces de acetileno y entre 1908 y 1910 se puso en marcha en esta actual Ciudad Monumento Nacional la primera planta eléctrica que iluminaría a sus pobladores.

Esos fueron las primeras experiencias en una nación neocolonia de los Estados Unidos, y que paso a paso transformó su sistema eléctrico. Con el triunfo revolucionario se concibió un programa de desarrollo que incluyó la instalación de grandes unidades generadoras de energía eléctrica en todo el país, así como la construcción de líneas.

REMEMBRANZAS…

Son voces que permanecen casi siempre en el anonimato y pertenecen a personas que trabajaron fuertemente para que Bayamo, y los demás municipios de la provincia, muestren su rostro de luz. El agradecimiento silencioso para ellos siempre está.

Nassim Y. Alhawa Najul es uno de los dos ingenieros eléctricos encargado del proyecto de electrificación en la antigua provincia de Oriente, luego del triunfo de la Revolución, y Rafael Figueredo, el jefe general de toda la construcción civil. Sus manos y su pensamiento estuvieron durante mucho tiempo en función de esa tarea.

Cuando quedaron atrás los hachones de tea, candelabros y velas, aparecieron los faroles de aceite introducidos por los conquistadores.

Los tiempos de la colonia traen las primeras referencias que se conocen de servicios eléctricos en Bayamo, y Nassim cuenta que antes del primero de enero de 1959, “los ingenios tenían sus plantas para darle electricidad a la población y existían, también, unas planticas particulares”.

“Me plantearon apoyar la electrificación rural en Oriente. Empezamos por la zona de Bayamo e hicimos un centro de operaciones en Veguita”, agregó.

Mientras, Figueredo trabajaba en Campechuela le preguntaron sobre su disposición para trabajar en la Empresa Eléctrica.

“Yo le dije que donde me situara la Revolución, yo iba, sin problemas, y así comencé. Era responsable de la construcción civil, desde la base, pedestales, después la erección”.

En aquellos años solo contaban con servicio eléctrico en sistema, el centro histórico de Jiguaní, Santa Rita, Bayamo, Yara, Veguitas, Manzanillo y Campechuela. En Guisa, Bartolomé Masó, y los demás municipios de la costa, no disfrutaban de ese beneficio.

“Se sustituyeron las plantas particulares y se hizo la distribución en las poblaciones con líneas nuevas”, recuerda Nassim, mientras Rafael rememora aquel primer poste que se levantó en Veguitas.

“Me subí hasta el final porque nadie quería, medía 68 pies”, y refiere que en caso de ciclones se mantendrían firmes aquellos pilotes.

Poco a poco, todo el territorio comenzaba a iluminarse. “Quedó electrificada toda la zona desde Veguitas hasta San Pablo de Yao, Buey Arriba… y se siguió la línea de 33 mil volt. Se hizo la subestación para Manzanillo, y después se llegó a Campechuela, San Ramón, Media Luna, Niquero”, refirió Nassim.

Mientras Rafael explicó que este proceso no solo abarcó la construcción de postes para las líneas, sino que tuvo otros beneficios sociales.

“A las personas que tenían sus finquitas por donde pasábamos, se les hacían cercas nuevas, se les indemnizaban los árboles que derribamos, las casas cerca o debajo de la línea se construyeron fuera y con buenas condiciones…”.

Cuentan estos hombres que la acogida en los pueblos fue inolvidable. Las personas demostraban su alegría con atenciones. Recuerdan, también, que no tenían hora para el trabajo, sorteaban oscuridad y fango, en muchas zonas, los carros se atascaban y entonces recurrían a los tractores.

Ellos sienten orgullo de las demás personas con las que compartieron aquellas jornadas de ardua labor.

Hoy, la mayor parte de la provincia de Granma está iluminada, y el agradecimiento es, también, para Nassim y Rafael, mientras el trabajo continúa para llevar la energía eléctrica hasta las zonas, que aún están apagadas.

La Revolución Energética entró a los hogares de los granmenses, como otro proceso importante de nuestro país.

Los cambios de los bombillos incandescentes por lámparas fluorescentes y bombillos ahorradores, constituyó una de las acciones masivas que se ejecutaron en nuestras viviendas y centros laborales.

Asimismo, se sustituyeron juntas, termostatos de refrigeradores y aparatos ineficientes, se entregaron equipos electrodomésticos como hornillas, ollas, calentadores, entre otros.

La rehabilitación de redes eléctricas fue el siguiente paso, con el objetivo de hacer mejoras y soportar así, el aumento de carga. El incremento de capacidad en transformadores, los cambios de acometida, breckers, postes, son algunas de las tareas que se acometieron como parte de ese programa.

El llamado al uso racional de la energía en las viviendas y la divulgación de las principales medidas que se pueden adoptar forma parte de la cotidianidad. Además, el chequeo constante en los centros estatales mantiene los principales indicadores energéticos bajo control, y se detectan los sobregiros.

La historia de la electricidad es amplia y se sigue construyendo con el quehacer diario. Servir a la población con calidad, a pesar de las limitaciones, es el propósito de estos hombres y mujeres que trabajan para iluminar nuestras vidas.

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