Horrendo crimen en Los Marañones

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Por Hugo Armas Pérez | 8 agosto, 2019 |
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Los acontecimientos a partir del 10 de Octubre de 1868, se precipitan: la liberación de la Jurisdicción de Jiguaní, la proclamación de Bayamo como Capital de la República de Cuba en Armas, y la Primera carga al machete, dirigida por Máximo Gómez, entre otros.

Los sucesos hacen reaccionar al Capitán General Francisco Lersundi, quien dispone de inmediato la  recuperación del territorio, para lo cual envía fuertes tropas.

Ante la quema de Bayamo, el 12 de enero de 1869, y la ocupación de Jiguaní por una columna española, al mando del Coronel José López Cámara, este propio mes, Donato Mármol, Calixto García y Máximo Gómez reiniciarían sus campañas bélicas, en la que se ha de destacar el ataque a la villa de Jiguaní, del 8 al 10 de febrero de 1869, en el que prácticamente ocuparon y destruyeron el cuartel de la calle Nueva, Esquina Calvario.

Después de este fracaso se dirigen al Calabazar, hasta  Charco Redondo, donde operarían hasta julio de 1869; destaca la posición de Máximo Gómez, diseminando campamentos y prefecturas.

El régimen español da inicio a fórmulas de opresión y crímenes, con el propósito de sofocar el movimiento insurreccional en esta zona oriental.

Blas de Billate (Conde de Valmaseda) se da a la tarea de llevar a vías de hechos tales objetivos. La ofensiva colonialista fue llamada por los mambises La Creciente de Valmaseda.

El territorio de Jiguaní sufrió la saña y el odio del  testaferro, quien contaba con asesinos connotados, como Federico Hechavarría y el coronel Manuel Palacio, quienes tenían dominio de la zona desde La Vuelta Grande, al lado del río Contramaestre, hasta los poblados de Jiguaní, Santa Rita y Baire.

Valmaseda emite un bando el 4 de abril de 1869, y hace de Jiguaní un pueblo de reconcentrados; desarrolla, a su vez, un sistema de fortificaciones, con la construcción de tambores, trincheras y del Fuerte de la  loma de Jiguaní.

En el recuento de las víctimas de la furia de Valmaseda se puede mencionar el asesinato y violación de 30 mujeres y niñas en el camino de La Seca y Bijagual; el ahorcamiento de Candita Rodríguez, en la plaza de La Villa de Jiguaní y los de María Borrero y Luisa Rivero, en Baire, y el de más repercusión: el asesinato de Los Marañones, primera masacre cometida por soldados españoles, para amedrentar a los iniciadores de la guerra anticolonialista en Cuba.

El 7 de agosto de 1869, en la finca Los Marañones, a un kilómetro de Jiguaní, fueron asesinados 22 cubanos, sin haberles probado su participación en acciones contra la metrópoli.

La mayoría de ellos practicaban la masonería y pertenecían al Comité Revolucionario de Santiago de Cuba. Entre estos se mencionan a los doctores Rafael Espín, José A. Pérez, Manuel Benítez y, además, a Ascencio de Ascencio, padrino de Antonio Maceo, de nacimiento y matrimonio.

Fue un complot para intimidar a los patriotas que, encabezados por Donato Mármol, Calixto García  y Máximo Gómez, sostenían una vigorosa campaña en la zona de Jiguaní.

Este crimen no logró su objetivo, en la comarca crecieron las incorporaciones y las acciones, como la  quema de Santa Rita, entre otras victorias insurgentes.

Cuando las fuerzas flaquean, cuando el espíritu turbado por la división no encuentra forma de emprender la comunión de ideas, cuando se derrumban los diez años de sacrificio, el regimiento de Jiguaní está allí, en Mangos de Baraguá, junto a Antonio Maceo, jurando continuar la lucha, ofreciendo -junto a su jefe, el General Rabí- los brazos invencibles de los hijos de este territorio, que no se doblegaron a los mandatos del Pacto del Zanjón e hicieron su juramento: ¡Independencia o Muerte!

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