Desde hace unos días, o tal vez semanas estaba por escribir algo, pero en mi defensa aparente diré que estaba demasiado ocupada en mi tesis o en ver las noticias y empezar a tomar medidas.
Todo el mundo se nos cambió en un dos por tres; lo que ayer estaba en la lejana China, hoy puede estar a nuestro lado y tal como el mejor de los fantasmas, invisible nos ataca y no nos damos cuenta, porque muchas veces estamos sin armaduras.
¿Qué crees de esto Ami? Me preguntó mi musa… Creo que en alguna parte nos hemos perdido, que toda la humanidad se perdió al mismo tiempo, o tal vez hace mucho que estábamos extraviados y ahora vemos un paisaje diferente al que imaginábamos vivir en el antes lejano 2020 y entonces nos damos cuenta ahora…
Precisamente ahora, que el mundo sí se detiene, que las grandes urbes vagan aburridas en las madrugadas donde antes había luces, alientos y voces… y que no importa quien seas, la famosa “coronita” te hace su súbdito… ni dinero, ni poder, ni lo mucho o poco que tengas… el virus no sabe de posición ni clase… para él solo eres un ser humano más, con un par de pulmones listos y te llena de él.
Y qué triste es sentir que te quedas sin aire, sin fuerzas, que todo llega a su fin y que quizás el asistente sanitario junto a ti te mira con los ojos angustiados y un adiós silencioso… que cada minuto mueren no sé cuantas personas aunque la verdad te has preguntado: ¿cuántas personas en el mundo mueren por esta u otras enfermedades? Sí… ya me he hecho esa pregunta, varias veces, pero tal parece que si el virus no hubiese llegado, nosotros seguiríamos absortos sin saber que la gente muere por miles de razones.
Ahhh… ahora nos duele más porque es el COVID-19… ¿es eso? ¿Qué pena humanos, de veras que lo somos? ¿Humanidad? ¿Adónde hemos llegado? ¿Sabe?
Cuando ideaba mi 2020, soñaba con un año fantástico, un proyecto de tesis y meses después un título de licenciada, la sonrisa de mi madre, la alegría de mi familia y la eterna sonrisa de mis amigos para celebrar: ¡¡¡nos graduamos!!!
Ahora no sé cuando vuelva a tomarme un café en cualquier parte de la ciudad, ahora extraño más que nunca a los que tengo lejos, y un poco también a esos con los que perdí el contacto por uno u otro motivo. Se extrañan las charlas, las voces, las calles llenas de gente, el calor humano. Se echan de menos los abrazos o simplemente el hecho de que alguien te tome la mano.
Entonces ahora sí que aprenderemos a amarnos unos a otros con el simple hecho de cuidarnos mutuamente y la lección del siglo: ser más humanos con nosotros mismos y con nuestra casa verde.
Mi eterno agradecimiento a todas las personas que luchan día a día desde su lugar, en el campo de batalla, en los hospitales, iglesias, gobiernos, medios de comunicación, comercios, y hasta los que se quedan en su hogar, !bien por ellos!
Este es otro texto más que habla de la actualidad, pero si llegó a leer hasta aquí, gracias por escuchar mi voz. Mi mensaje se resume en estas palabras: “ni los besos con emojis, ni los abrazos con el corazón, si todo el tiempo yo te amo con mi alma, ahora solo quiero que te cuides, porque quiero volver a ver tu sonrisa, por eso, si de veras hay una parte de humanidad en ti, #quédateencasa