El ilustre hijo de Yara

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Por José Pedro Salgado Hernández y Yelandi Milanés Guardia | 21 diciembre, 2016 |
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Monumento erigido al patriota en el municipio granmense de Bartolomé Masó/FOTO Luis Carlos Palacios
Monumento erigido al patriota en el municipio granmense de Bartolomé Masó / FOTO Luis Carlos Palacios

Cuando el 21 de diciembre de 1830 nacía en Yara Bartolomé de Jesús Masó Márquez, seguro nadie imaginó el futuro glorioso y brillante que le reservaría la vida a ese recién nacido, quien recibió las primeras enseñanzas en el hogar y luego asistió a una escuelita cercana.

Más tarde pasó a Bayamo a realizar estudios superiores y luego fue llevado a Manzanillo por su padre, un rico catalán que junto a otros dominaba el comercio en esa ciudad. Allí lo inició en las referidas labores, pero no tuvo éxito por falta de interés, pues indudablemente sus convicciones e ideales eran diferentes.

El padre era enemigo de la independencia y Masó declinó ofrecimientos de él y de autoridades españolas para ocupar cargos públicos, por simpatizar con el independentismo.

La pasión por la literatura lo convirtió en colaborador de varias publicaciones de Manzanillo, Bayamo y Santiago de Cuba, y en la logia masónica manzanillera Buena Fe  encontró corazones fraternales y un espíritu conspirativo favorable a sus ansias libertarias.

El ilustre yarense se alzó con 38 años y en los momentos iniciales de la guerra combatió con el grado de general y fue el segundo al mando de Céspedes. En Calambrosio cede su puesto al dominicano Luís Marcano y ocupa la responsabilidad de Intendente General de Ejército y Hacienda.

El año 1870 fue catastrófico para él, pues lo consideraron  muerto y lo sustituyeron de inmediato, sin muchas averiguaciones. Su esposa Adela López Vila tampoco hizo muchas indagaciones e inmediatamente lo reemplazó por otro hombre, pues desgraciadamente ella no era Penélope.

Ese acontecimiento doloroso dio pie para que apareciera un hermoso amor con Francisca Rivero (Panchita). Ese intenso romance devino en un acto de patriotismo y fidelidad indiscutida, que ni la propia muerte  logró derrotarla, pues al perecer Masó, ella no unió sus destinos a otro hombre.

Reincorporación a la lucha

Al reincorporarse en 1871, lo hizo como soldado en las fuerzas del Mayor General Modesto Díaz. En 1872 fue nombrado subsecretario de la Guerra, pero al tomar posesión se le encargó la secretaría. Posteriormente renunció y se incorporó al Cuartel General del Ejército Libertador, donde asciende a Coronel.

Un tiempo después lo designan segundo jefe del Distrito de Holguín y en ese periodo participó en una gran cantidad de acciones militares bajo las órdenes del Mayor General Calixto García.

El 10 de abril de 1873 combatió en Auras y en junio de ese mismo año lo nombraron jefe de la Brigada de Jiguaní. Otros combates contribuirían a engrandecer su figura y a enaltecerlo como un paradigmático líder.

Su fama bien ganada lo convierte en 1875 en representante a la Cámara por Oriente, desempeñándose como secretario de ese órgano.

Al producirse la Sedición de Lagunas de Varona acompañó al presidente Salvador Cisneros Betancourt  para que los tuneros sublevados se retractaran. Al producirse aquellos hechos dolorosos Masó renuncia y se reincorpora a las fuerzas del Mayor General Modesto Díaz.

En 1877 nuevamente lo llaman para ocupar la secretaría de la guerra pero no aceptó. Sin embargo, se mantuvo como jefe del regimiento de la parte occidental de Holguín, cargo que abandonó por no estar de acuerdo con las demandas emanadas de la sedición de Santa Rita.

Un tiempo después lo designaron máxima figura del Regimiento Yara y más tarde segundo jefe del Distrito de Manzanillo, siendo propuesto para General de Brigada. Rechazó el Pacto del Zanjón y el gobierno de Manuel de Jesús Calvar le ratificó el grado de General de Brigada.

Culminada la contienda y sin condición alguna se incorpora junto a un grupo de patriotas a la Guerra Chiquita. Por su actividad conspirativa en esa conflagración es apresado y desterrado hasta que fue puesto en libertad en 1881.

La Guerra Grande afectó la dolencia hepática  del guerrero Yarense, que se quebrantó aún más al entrar en contacto con la humedad, los maltratos y las desatenciones de las cárceles.

La nueva contienda

Después de un tiempo por Europa regresa a su terruño, y se prepara para la nueva contienda organizada por Martí. El mérito de Masó estuvo en su disposición de levantarse en su finca Colmenar de Bayate, donde estableció su Campamento a pesar de su salud quebrantada.

Pese a su debilitado estado encontró siempre renovadas fuerzas en sus hombres, quienes lo secundaron valientemente.

En la Guerra del 95 fue nombrado jefe del II Cuerpo de Ejército, con el grado de Mayor General. A ello se suma su participación en el combate de Dos Ríos, donde cae José Martí, quien no pretendió abandonar los predios jiguaniceros sin antes hablar con el ilustre yarense, a quien el apóstol consideraba el futuro presidente de la República.

Participa indirectamente en el Combate de Peralejo, ocurrido en estas tierras el 13 de julio de 1895, pues Maceo le orienta mientras prepara el combate proteger la prefectura militar de Buey de Gallego, cercano a Veguitas, poblado donde se encontraba Martínez Campos.

El Titán de Bronce envía a Masó allí porque le habían informado que el Capitán General podía lanzarse sobre la prefectura, y esa jugada la intentaba hacer el jefe español para desvirtuar la atención y que las tropas cubanas se lanzaran hacia el citado lugar, para pasar sin problemas por Peralejo. La misión de Masó era impedir el ataque a Buey de Gallego y, aunque distante, era una garantía de defensa mientras se desarrollaba el histórico combate.

En la Asamblea Constituyente de Jimaguayú es elegido vicepresidente de la República en Armas, cargo al que renuncia para estar en el frente de combate.

Tristeza produjo en su corazón su destitución, ordenada por Maceo debido a la demora y obstaculización en el envío de las fuerzas del II Cuerpo para conformar el contingente invasor que saldría de Mangos de Baraguá.

Masó presenta sus reclamaciones al Consejo de Gobierno y el 1 de diciembre de 1895 el General en Jefe ordenó su relevo definitivo, por lo cual acepta ocupar la vicepresidencia de la República en Armas.

Su espíritu patriótico lo impulsa a escribir el himno Resurrección, dedicado al 24 de febrero. Posteriormente es elegido, en octubre de 1897, presidente en la Asamblea Constituyente de la Yaya.

El 24 de abril de 1898 proclamó el documento conocido como “Manifiesto de Sebastopol” donde se acentuaba la consigna “Independencia o Muerte” para contrarrestar las intrigas de los enemigos de la libertad.

Postrer periodo

Al verse materializada la injerencia yanqui Masó entregó todos sus poderes a la Asamblea de Representantes de la República en Armas, declarando la disolución del gobierno.

Regresó a Manzanillo y el gobierno interventor lo nombró administrador de Hacienda en esa localidad.

Participó en las elecciones presidenciales de 1902, pero renunció por los ilegales manejos que se observaban para elegir al bayamés Tomás Estrada Palma, preferido de los norteamericanos.

Aunque Masó en sus dos matrimonios no pudo procrear, no puede negársele al insigne varón el título de padre. Él lo fue, porque estuvo entre los padres fundadores de la independencia cubana y destacó entre los patricios que lo dieron todo para que surgiera en el fragor de la guerra, el crisol de la nacionalidad cubana.

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  1. Rectifico sobre el tema del combate de Peralejo: Participa indirectamente en el Combate de Peralejo, ocurrido en estas tierras el 13 de julio de 1895, pues Maceo le orienta mientras prepara el combate proteger la prefectura militar de Buey de Gallego, cercano a Veguitas, poblado donde se encontraba Martínez Campos.

    El Titán de Bronce envía a Masó allí porque le habían informado que el Capitán General podía lanzarse sobre la prefectura, y esa jugada la intentaba hacer el jefe español para desvirtuar la atención y que las tropas cubanas se lanzaran hacia el citado lugar, para pasar sin problemas por Peralejo. La misión de Masó era impedir el ataque a Buey de Gallego y, aunque distante, era una garantía de defensa mientras se desarrollaba el histórico combate.
    Puede encontrar información al respecto en Crónicas de la guerra de Miró Argenter y en el diario de campaña de Gómez.
    Gracias por su comentario