Para el Doctor Edilber Paneque Rodríguez, especialista en Medicina General Integral del policlínico 13 de Marzo, de Bayamo, el día 19 de abril fue un domingo triste, pues por encontrarse en Belice, como parte de la Brigada Henry Reeve, para enfrentar directamente al coronavirus COVID-19, no pudo estar en el cumpleaños de su hermanita Edilsa.
No la abrazó ni la besó, le dijo por vía telefónica cuánto la quiere y corroboró su posición como médico ante situaciones como la que vive hoy el mundo.
También lloró al ver a su único sobrino Brayan, de solo 9 meses de edad y aseguró que ese niño hermoso y sano, le triplica las fuerzas para cumplir esta importantísima tarea en pos de la vida la humana.
“Es difícil no tenerlo aquí, -dice con firmeza Edilsa- pasar días importantes sin él. Hablamos todos los días y asegura estar bien cuidado, se preocupan por él, por su alimentación, tiene un transporte a su disposición para moverlo a su trabajo y eso nos alienta, allá hay otros colegas de aquí y Edilber no está solo.
“Siempre quiso ser médico. Es un muchacho tranquilo, le gustan las películas, las series, jugar dominó, pescar, estudiar y estar en casa. Mi hermano es un hombre de bien y de ley”.
A Yolanda Rodríguez, la progenitora de este joven de solo 30 años de edad le tiembla la voz, porque el llanto puja por interrumpir la conversación, pero no lo logra:
“Cumplió misión en Brasil, – explica- ahora está a 400 kilómetros de la ciudad de Belice, en un pueblo fronterizo con Guatemala. Dice que lo cuidan bien, le entregaron un módulo de pijama y uno de protección, además de un teléfono para comunicarse con la familia. No ha comenzado a tratar pacientes con la enfermedad, pues no hay allí contagiados aún. Estuvo primero dos semanas aislado en observación y ninguno de la brigada tuvo problemas de salud. Salió en el primer grupo de Granma para el curso del IPK.
“Es esta la segunda separación difícil, ya estuvo en Brasil. Todos los médicos tienen la misión de salvar vidas, en este caso él cumple con ello y sabe que aquí nos cuidan, nos atienden y que no tendremos problemas. Fue elegido y dio el paso al frente”.
Yolanda habla con visible orgullo de su primogénito, amoroso y aplicado.
“El corazón casi se me sale del pecho cuando por las noches nuestros vecinos lo enaltecen y entonces apenas puedo salir al balcón, porque las lágrimas se adueñan de mi rostro”.