Para incrementar la producción de frijoles

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Por Juan Farrell Villa | 2 marzo, 2018 |
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FOTO/Armando Ernesto CONTRERAS TAMAYO

Ricardo Serrano Masquida está entre los productores granmenses que dedica parte de las tierras al cultivo del frijol en la finca La Victoria, en la zona de Sabanilla, de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) José Martí, de Bayamo.

El campesino e ingeniero sobresale por sus rendimientos que rebasan las dos toneladas por hectárea, resultado que lo distingue en la provincia, y le hizo merecedor de la sede del Segundo Taller agronómico de variedades y empleo de buenas prácticas para la producción de semillas categorizadas.

Aunque las lluvias de diciembre y enero último afectaron las plantaciones, al punto de casi perder la siembra, pudo recuperar una parte de esta con mucho tesón e inteligencia.

Explicó que las matas se pusieron amarillas y perdieron el follaje, lo cual dañó el rendimiento agrícola, tras la inundación generalizada por varias semanas.

El destacado productor comentó que ante la mejoría de las condiciones climatológicas aplicó la ciencia y técnica, con productos de fertilización de formulas completas nitrogenadas y estimulantes, y logró salvar el sembradío.

NUEVAS VARIEDADES DE SEMILLAS

Yosvanis Núñez Valera, director de la Estación de investigación de granos Granma, destacó la importancia del espacio de reflexión como parte de un movimiento integrador que contribuye al desarrollo de una agricultura sostenible sobre bases agroecológicas.

De ahí que fueran seleccionadas áreas demostrativas en un proyecto de extensionismo agrario que busca fortalecer las capacidades locales para producir de forma sostenible granos básicos y adaptados al cambio climático, entre ellos varios tipos de legumbres, puntualizó Núñez Valera.

Cuatro nuevas variedades fueron validadas, de conjunto con la unidad empresarial de semillas, en el fructífero intercambio entre agricultores, técnicos, docentes e investigadores, los que evaluaron el uso correcto y eficiente en el manejo de las denominadas CUFIG de colores negro, rojo y blanco, además de La Cuba 154 (crema).

Los cooperativistas conocieron del potencial genético, rendimiento en kilogramos por hectárea, días después de la siembra, e incluso apreciaron en el terreno el crecimiento vegetativo y la mayor resistencia de estas ante la inclemencia del tiempo.

Luis López Chávez, de la CCS VIII Congreso, de Yara, es otro experimentado que, allá, en predios del consejo popular El Coco, ha hecho notables aportes en 30 hectáreas cultivadas en terrenos altos y con drenaje.

“Hemos sacado la tarea al recuperar el 70 por ciento de la cosecha, con el máximo de dedicación, y sin dejarnos vencer por las dificultades.

“Trabajo para que la provincia disponga de buenas y variadas semillas por lo que me dedico a probar cuáles se adaptan mejor en los diferentes suelos”, asegura López Chávez, quien considera La Cuba 154 (crema) y el CUFIG 48 (negro) con las mayores potencialidades.

Durante la sesión en el campo, Pastora Verdecia Pompa, investigadora auxiliar del instituto Jorge Dimitrov, resaltó los avances en esta actividad, sustentada en el asesoramiento sistemático y el cumplimiento también de normas, para tener correcta población de las plantas y elevados rendimientos por hectáreas.

Además, se refirió a la desinfección de las semillas, adecuada preparación de la tierra, el monitoreo constante de las plagas, manejo fitosanitario y el buen drenaje en las áreas.

Radamés Oduardo Castillo, especialista de la Estación de investigación de granos, dijo que los esfuerzos se dirigen hacia la transformación de este cultivo con la generalización de las mejores prácticas.

Mas el éxito en esta labor se obtendrá cuando multiplicada la producción cubra la demanda y bajen los precios del imprescindible alimento en el plato de la familia granmense.

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