Un ingeniero que estresa a las plantas

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Por Osviel Castro Medel | 17 diciembre, 2018 |
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FOTO/Rafael Martínez Arias

Jamás imaginó que un día estaría estresando las plantas de frijol o que llegaría a enamorarse del microscopio.Para Wilfredo Estrada Prado la meta era empuñar la espada para igualarse a sus dos hermanos, diestros esgrimistas.

“No pude estudiar Cultura Física y eso, al principio, me golpeó; también afectó a la familia, en la que hay varios deportistas. Después encontré el camino de mi vida”, evoca este bayamés que labora en el Instituto de Investigaciones Agropecuarias Jorge Dimitrov (I.I.A), a unos 14 kilómetros de la ciudad de Bayamo.

Esa ruta fue la carrera de Ingeniería Agrónoma, que culminaría en la Universidad de Granma en el verano de 2007. “Antes de entrar pensé que no me iba a gustar, pero cuando en primer año vi las células mediante el microscopio y comencé a entender el mundo de las plantas, quedé fascinado”.

Desde entonces ha empleado las horas de su reloj a analizar con entusiasmo diversos cultivos: tomate, pimiento, habichuela, lechuga, cebolla y frijol. Estos dos últimos los ha escudriñado con tal profundidad que constituyen los ejes de sus respectivas tesis de maestría y doctorado.

“Logré hacerme Máster en 2013 con una investigación sobre el cultivo de la cebolla (Allium cepa L.)  en condiciones de estrés abiótico”, comenta este investigador nacido en 1983, es decir, tres años después del surgimiento del I.I.A  (14 de diciembre de 1980).

“Las altas temperaturas, la salinidad de los suelos, la sequía y otros factores vinculados con el cambio climático generan estrés abiótico. Me centré en averiguar qué variedades soportaban más el déficit hídrico, que en este caso fue provocado con toda intención.

“El régimen de precipitaciones ha decrecido de modo extraordinario en nuestra región; por ejemplo, en Bayamo, Guisa y Jiguaní hubo meses de menos de 100 milímetros de lluvia, una cantidad alarmante para estos cultivos, por tanto, necesitamos aquellos tipos de plantas que adquieran mejor desarrollo en secano”, argumenta.

Él, como otros, se duele porque estas y las demás investigaciones no sean conocidas en todos los campos cubanos, necesitados de crecimiento en las producciones.

“Por años, incontables estudios se han engavetado, no llegan a los productores o cuando lo hacen se desechan, es un problema histórico. De todos modos, mis compañeros y yo vamos a seguir investigando”, dice enfático.

En esa cuerda, Wilfredo se enfoca ahora en indagar la respuesta de cultivares de frijol (Phaseolus vulgaris L.) a distintos tipos de sequía y eso forma parte de su tesis doctoral, que debe concluir el año próximo.

Tales pesquisas lo han llevado a escribir más de 15 artículos para varias revistas científicas, en ocasiones en coautoría con sus compañeros del I.I.A.

“Llegar a  Doctor  en Ciencias ha sido mi objetivo principal, implica considerable estudio y, sobre todo, sacrificio. No lo veo solo como un título individual, sino también como un aporte del Instituto a la sociedad”.

Para él, resulta “un error cogerle miedo al campo”, aunque reconoce que “a muchos les han sembrado en la cabeza que carreras como la mía no son buenas”.

Por eso, recomienda a los más jóvenes que no se dejen llevar por criterios de personas “que no saben. Mi experiencia reafirma que la Agronomía no solo es  necesaria, también es hermosa”.

Presidente de las Brigadas Técnicas Juveniles en su centro laboral y profesor adjunto de la Universidad de Granma, Wilfredo reconoce ser insistente, buscador de lo nuevo, un eterno alumno de los que poseen más “carretera”, un hombre capaz de estresar los cultivos para que revivan.

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