Ver a Yoanis Rodríguez Guisado ejecutar técnicas de Judo en un tatami de su natal Buey Arriba es una escena muy atractiva, pues su discapacidad visual no le impide demostrar el total dominio que tiene sobre este deporte de combate proveniente del antiguo Japón.
Desde los 10 años está encima de un tatami, inicialmente como luchador y ahora como judoca. A pesar de estar afectado en su niñez por una miopía y luego por una retinosis pigmentaria, enfermedad hereditaria que causa una pérdida lenta y progresiva de la visión, Rodríguez Guisado desconoce las limitaciones y reafirma como su principal arma para sobreponerse a las adversidades, la férrea voluntad.
“Si me hubiera dado por vencido a los 18 años cuando perdí completamente la vision hoy no sería una persona tan realizada como me siento.
“La práctica deportiva me ha servido para insertame en la sociedad y ha sido como una rehabilitación, porque el judoca tiene que hacer desplazamientos en el área de combate y eso nos ayuda a caminar sin problemas por la calle, aunque esté llena de personas.
“Pero el amor por esta disciplina no solo nace de su utilidad en la vida y la sociedad, sino de los logros que con ella he obtenido. Entre los triunfos te puedo mencionar mi coronación en tres ocasiones como campeón nacional en los 56 kg, también obtuve dos veces la presea de plata en los 60 kg y un cuarto lugar en los 73 kg.
“En mi carrera deportiva ha influido indiscutiblemente el apoyo de mi familia y la pertenencia desde el año 1994 a la Asociación Nacional del Ciego (Anci), la cual me ha permitido participar en sus competencias y en varios eventos paralímpicos, lo cual agradezco de todo corazón.
“Una de mis mayores satisfacciones es que mi hijo sigue mis pasos y que nos entendemos muy bien en los entrenamientos. Él tiene ocho años y aunque aún tiene mucho por aprender lo estoy preparando para ver si logro formar un buen deportista”.
La instrucción de su descendiente constituye una nueva motivación para Yoanis, quien también alecciona a los discapacitados diciéndoles que nunca renuncien a sus sueños y que le pongan gran empeño a lo que hacen, porque en ello radica el secreto del triunfo.