Roma, – Miles de personas se congregaron hoy bajo la lluvia en la céntrica Plaza del Domo, en Milán, para rendir emocionado tributo y despedir para siempre a Darío Fo.
Desde temprano en la mañana, hombres y mujeres de varias generaciones desfilaron ante el féretro con los restos mortales del Premio Nobel de Literatura 1997, colocado en el Piccolo Teatro Strehler.
Desde allí partió el cortejo fúnebre hacia la emblemática plaza milanesa, con el acompañamiento de la banda musical callejera Ottoni, por la cual Fo sentía un especial afecto.
La primera interpretación fue la canción popular antifacista Bella Ciao y con ella la ovación de una multitud clamorosa que repetía a voz en cuello el nombre de “Darío”, a quien en estos días se le recuerda, entre otras cosas, por su irreverente verticalidad y permanente sonrisa.
La bandera del municipio lombardo permaneció durante toda la jornada a media asta en homenaje al hijo ilustre, cuya obra trascendió su patria chica para enaltecer a la nación y más allá.
Presentes en la ceremonia, amigos, colegas y personalidades de diferentes ámbitos de la sociedad, entre ellos los dirigentes del Movimiento 5 Estrellas, organización política de la cual el gran juglar fue un entusiasta seguidor.
Nacido el 24 de marzo de 1926 en la localidad milanesa de Sangiano Darío Fo fue conocido desde su juventud por sus críticas a la dominación capitalista y poder político, ideas que compartió con su compañera en la vida profesional y sentimental, Franca Rame, fallecida hace tres años.
“Debemos reafirmar con fuerza la simbiosis entre su arte y su empeño político. Pensar en Darío sin política es como un buen vino sin uvas”, expresó en el discurso de recordación su amigo Carlo Petrini, según la agencia de noticias AGI. Por su parte, el hijo, Jacopo, dijo que “le habló a los humildes y los humildes de la tierra lo comprendieron” y agregó: “Mi padre y mi madre llevaban al teatro todo aquello que le sucedía a los obreros en las fábricas, en la vida real”.
En una confesión intimista compartida con la multitud luctuosa, Jacobo expresó que “nosotros somos comunistas y ateos, pero mi padre no dejó nunca de hablar con mi madre (fallecida) y pedirle consejos”, porque “no es posible morir verdaderamente” y por eso estoy seguro de que “ahora, están juntos riendo a carcajadas”.