Después de la notable victoria en Guisa, una batalla decisiva en el desarrollo de la Guerra de Liberación, las unidades del Ejército Rebelde de los frentes Uno, Tres y Cuatro, bajo la dirección directa del Comandante en Jefe Fidel Castro, cercaron o atacaron las guarniciones batistianas situadas en la Carretera Central entre Bayamo y Santiago de Cuba, en diciembre de 1958, hace 60 años.
El plan militar concebido por Fidel para tomar todas las posiciones del adversario en Oriente los trasmitidos a los comandantes Juan Almeida y Raúl Castro, jefes del Tercero y Segundo frentes, respectivamente.
Por eso, los jefes de estos frentes orientales habían iniciado, desde el domingo 23 de noviembre, la operación Flor Crombet como acción táctica y operativa en dirección a Santiago de Cuba desde Alto Songo, La Maya, San Luis, El Cristo y Palma Soriano.
En su conjunto, todas las acciones políticas y militares que se ejecutaron en la provincia de Oriente a partir de la batalla de Guisa llevaron la impronta de la Operación Santiago y la llamada por Fidel Batalla de Oriente.
En esta dirección principal de la guerra, el enemigo combata con unos 12 mil efectivos, agrupados en el Primer Distrito Militar al mando del general Eulogio Cantillo Porras, que incluía el Regimiento 1 Antonio Maceo, en Santiago de Cuba, y la Zona de Operaciones de Bayamo, dirigida por el coronel Rafael García Casares. Además, contaba con batallones especiales de infantería, unidades blindadas y un fuerte y sistemático apoyo aéreo.
La táctica empleada por Fidel para cumplir sus objetivos consistía –como sucedió en Guisa– en golpear en dos lugares al unísono: sitiar un enclave militar y ubicar emboscadas y minar el terreno por los posibles caminos de acceso de los refuerzos a a los cercados.
Este tipo de maniobras respondían al principio de lo difícil que resultaría tomar una posición mediante el avance continuo, por ser el enemigo más numeroso en hombres y poseer una superior técnica militar.
CERCAR AL ENEMIGO
El lunes 1º de diciembre, fuerzas de la columna no.1 José Martí, encabezadas por los capitanes Calixto García Martínez e Ignacio Pérez Zamora y el primer teniente Arturo Aguilera Barreiro, este último en funciones de jefe de suministros, ocuparon el poblado minero de Charco Redondo.
En horas de la noche del día 2 llegó Fidel Castro a aquel lugar, donde se mantuvo varios días en la creación de una poderosa base de apoyo, formada por una armería, un hospital de campaña y la instalación de Radio Rebelde.
Cuatro días después, el carismático dirigente se reunió con los trabajadores mineros de Charco Redondo, en la sede del sindicato, a los que entregó una ayuda de 15 mil pesos. Asimismo, pidió la construcción de refugios antiaéreos y anunció que con el triunfo revolucionario allí habría mejores casas y centros deportivos.
En las conclusiones expresó: “Este es un pueblo pequeño en habitantes, pero grande en la conciencia y en la dignidad patria. Tengan mucha fe en le triunfo de la Revolución, que pronto seremos libres e independientes.”
El domingo 7 de diciembre, en horas de la mañana, el Comandante en Jefe estableció el puesto de mando en La Rinconada, en una cueva situada al sureste del poblado de Jiguaní. En algunos textos se han escritos erróneamente distintas fechas como el 3, 4 y el 8 del mes en curso.
En esta misma fecha aterrizó un avión en el aeropuerto rebelde de Cieneguilla, al sur de Campechuela, con un cargamento de 150 fusiles Garand, 10 ametralladoras trípode calibre 30 con su parque, 20 fusiles ametralladoras Browning, 100 mil proyectiles calibre 30.06, una caja de granadas y un fusil FAL con su parque. Estos importantísimos pertrechos los enviaba el Gobierno de Venezuela, presidido por el contralmirante Wolfgang Enrique Larrazábal.
Asimismo, llegaron en la aeronave Manuel Urrutia, Luis Orlando Rodríguez, Luis Buch Rodríguez, Guillermo Figueroa y el dominicano Enrique Jiménez Mora.
A la mañana siguiente, Fidel preparó una proclama a “A todos los vecinos de Baire”, recabando su cooperación para la evacuación del pueblo y con ello facilitar su ataque por las tropas rebeldes en horas de la noche de ese día. “Nosotros sacrificamos el factor sorpresa –apuntaba– con tal de preservar la vida de los civiles, aunque cueste más caro a nuestro soldados la toma del pueblo.”
Estas encerraban disposiciones especiales, de protección de la población civil, antes de iniciar estratagemas tendentes a tomar las posiciones enemigas de Santa Rita, Jiguaní, Baire, Maffo, Contramaestre, el Central América, Aguacate y Palma Soriano.
Sin embargo, no hubo que pelear encarnizadamente en Baire, pues a las dos de la tarde del martes 9 de diciembre cuando avanzaba hacia este enclave el pelotón del capitán Reynaldo Mora Pérez, ante los primeros tiros, la compañía G-4 en Baire huyó hacia el poblado de Jiguaní.
En el trascurso de la retirada, el enemigo cayó en una emboscada en Loma del Oro, a un kilómetro de Jiguaní, preparada por el pelotón del primer teniente Tanito Puebla. Finalmente, pudieron llegar a Jiguaní a las siete de la noche, con varios muertos y heridos.
En esta misma jornada concluía la Operación Flor Crombet con la ocupación del estratégico poblado de San Luis. Este importante éxito permitió a las tropas rebeldes controlar todos los accesos a Santiago de Cuba por el sector norte.
Ya el día 10 Fidel ordenó cerrar el cerco a las unidades enemigas en el poblado de Jiguaní, formadas por las compañías 44, M y G-4, es decir, el Batallón 28, mandado por el capitán Juan Sánchez.
De la operación sería encargado el comandante Guillermo García Frías, teniendo bajo su mando efectivos de la columna 1 José Martí dirigidos por los capitanes Ignacio Pérez y Orlando Rodríguez Puerta y el teniente Inocente Pérez Córdoba; de la columna 3 Santiago de Cuba, capitaneados por Israel Pardo Guerra, Alcibíades Bermúdez Cabrera y Eisler Leyva; los primeros tenientes Tanito Puebla, Lázaro Soltura Vega y el teniente Félix Ramírez; y de la columna 14 Juan Manuel Márquez el capitán Cristino Naranjo Vázquez.
A la vez comenzó el sitio a Maffo, sede de las compañías 102 y 105, integrantes del Batallón 10 de infantería, dirigido por el comandante Leopoldo Hernández Ríos. De esta operación se ocuparon fuerzas del Primer Frente a cargo de los capitanes Reynaldo Mora y Pungo Verdecia y los tenientes Leopoldo Contra Fría, Raúl Escalona y Raymundo Pérez Monte de Oca; y del Tercer Frente los capitanes Calixto García y Rubén Fonseca, primer teniente Ernesto Rosales y tenientes Pedro García y Arsenio Peña.
Estas maniobras propiciaban que los “casquitos” de Jiguaní no pudieran escaparse hacia Bayamo, porque se le tenían tomados todos los caminos, con emboscada y minas potentes. Lo mismo sucedía con los acantonados en Maffo, con la ventaja de que estos contaban para su protección con los edificios de mampostería del Banco de Fomento Agrícola e Industrial de Cuba (BANFAIC), trincheras fortificadas y sacos de arena en los alrededores.
Hoy 19 de diciembre se cumplen 60 años de la muerte en combate en Jiguani del Capitan Ignacio Perez Zamora y un grupo de combatientes de su peloton, cuando estaban a pocos dias del triunfo.
Gloria eterno a estos valerosos combatientes.