En Bayamo surgió la iniciativa de organizar el movimiento revolucionario, y de ella nació el Comité Revolucionario, el 14 de agosto de 1867, encontrándose en Jiguaní Donato Mármol Tamayo.
En este poblado y Manzanillo se constituyeron filiales. En cada pueblo establecían un comité, en cada caserío un delegado. Mármol era el máximo gestor de la rebelión contra el colonialismo Español en Jiguaní, y llevaba la tarea con máxima discreción en los poblados de Jiguaní, Santa Rita, la Concepción, Baire y otros lugares de la jurisdicción y mantenía un directo con el comité de Bayamo.
Donato Mármol fue informado de la reunión del 3 de agosto de 1868, donde los conspiradores, convocados en la finca San Miguel de Rompe, en Tunas, y presidida por Calos Manuel de Céspedes, recibieron orientaciones sobre el levantamiento.
Calixto García, quien residía en Jiguaní desde niño, era cercano colaborador de Mármol en tareas conspirativas. También realizaba marcadas labores sediciosas el doctor Félix Figueredo, médico natural de Bayamo que al graduarse comenzó a ejercer en Jiguaní. La conspiración se extendió por todo el territorio jiguanicero, preparando las condiciones para el levantamiento en la fecha que se indicara.
De todos es conocido que Carlos Manuel de Céspedes se vio obligado a adelantar el levantamiento para el 10 de Octubre de 1868 en su ingenio La Demajagua, cerca de Manzanillo, donde la dio la libertad a sus esclavos y los invitó a luchar por su Cuba.
El Comité Revolucionario, enterado de los sucesos, efectuó deliberaciones y acordó apoyar el movimiento iniciado por Céspedes. Mármol, allí presente, regresó con premura a Jiguaní, donde avisó por medio de correo a caballo a los comprometidos con la insurrección.
El 13 de octubre, Mármol convocó a los insurrectos jiguaniceros, quienes se levantaron en armas en la finca Santa Teresa, apoyados por los líderes naturales de la comarca: Calixto García Iñiguez y el doctor Félix Figueredo, a los que se unieron unos 200 hombres, la mayoría con machetes Collin y solo 25 carabinas.
La Campaña de Jiguaní incluyó la liberación de los poblados de Santa Rita, Baire y Jiguaní cabecera, acción desarrollada en nueve horas.
La Plaza de Jiguaní tenía el carácter de comandancia, la cual tomaron, y capturaron al teniente gobernador, Federico Muguruza Lersundi, primo del Capitán General de la Isla, Francisco Lersundi, y a los hombres que defendían y representaban el poder peninsular, pusieron los caudales de la hacienda y el municipio en manos de Rafael Milanés Céspedes, y Mármol encargó la custodia de la Plaza a Calixto García.
Jiguaní se convirtió de esta forma en la primera jurisdicción ocupada por los mambises. Fue el primer pueblo libre de Cuba, el 13 de octubre de 1868. Céspedes envió a Mármol el nombramiento de Mayor General, y ante la pujanza de la mambisada de Jiguaní, encomendó a Máximo Gómez apoyar a los insurrectos jiguaniceros; con él llegaba la táctica y la estrategia.
Bayamo, el 20 de octubre, y Jiguaní se habían convertido en territorios libres, Francisco Lersundi, teniente gobernador, dispuso la inmediata recuperación de estos territorios, envió dos fuertes columnas, una que venía de Manzanillo y la otra de Santiago de Cuba.
Céspedes ordenó a Mármol impedir el paso de esta última. Este dispuso la selección de 200 hombres, escogidos por Máximo Gómez, quien seleccionaría con notable pericia el lugar del combate, cercano a Baire, sitio que había sido ocupado por Quiroz.
Gómez estaba convencido de que solo con la sorpresa se podía desarticular a una tropa regular hispana. Las fuerzas cubanas entraron prácticamente desarmadas, con pocas y antiguas escopetas y combatientes bisoños, sin embargo, todos portaban machetes, los que manipulaban con destreza.
Gómez escalona cerca de Pinos de Baire, varias emboscadas, muy próximas al camino real. Sus órdenes son terminantes: “Nadie se levante ni haga fuego, hasta que yo en persona salte al camino y grite ´al Machete´”.
En vista de que el enemigo permanece estático, Gómez dispone que un grupo de hombres montados a caballo desarrollen maniobras de engaño para provocarlo.
El jefe español decide ir con su columna a la persecución de los mambises, apenas salen del poblado los últimos soldados, súbitamente, de sus pies, de sus espaldas, emitiendo gritos y disparando a boca de jarro sus escasas y vieja escopetas, saltan al camino centenares de insurrectos que caen sobre ellos a machete limpio, era –el 26 de octubre de 1868- la primera carga al machete, en la cual hijos de Jiguaní hicieron gala de valentía, y ocasionaron los españoles una significativas derrota.
El plan español de recuperar inmediatamente los territorios de Bayamo y Jiguaní había fracasado. Se destacaron en la memorable acción los jiguaniceros Jesús Rabí, Florencio Salcedo y Fernando Cutiño Zamora, entre otros.
En enero de 1869, los españoles recuperaron Jiguaní, desde entonces los patriotas locales no cejaron en el empeño de tomar el poblado, entre los que se destacaría Calixto García.
La estratégica posición del poblado, situado en el camino real de la isla, en un céntrico punto de la región oriental, donde convergen las rutas directas a poblaciones importantes, como Bayamo, Holguín y Baire, facilitando el acceso a Manzanillo y Santiago de Cuba, y la pujanza de sus hijos, hicieron que el enemigo decidiera fortificarla; desde entonces se amplió el número de cuarteles y trincheras y se acondicionaron el fuerte de la loma de Jiguaní, y el de Santa Rita, donde se domina todo el lugar y sus accesos. Muchos ataques, sitios y quemas de poblados se fueron dando en esta contienda que duró 10 años.
No es poca cosa que un pueblo como Jiguaní fuera libre el 13 de octubre de 1868, lo repitiera el 23 de abril de 1898, y luego lograra su verdadera soberanía el 19 de diciembre de 1958.
Al concluir las gestas de 1868 y 1895, había aportado una de las mayores oficialidades mambisas de Cuba.