Jóvenes periodistas de Granma por senderos de historia

Share Button
Por Yasel Toledo Garnache | 26 febrero, 2018 |
0

 

Jóvenes periodistas de la provincia junto a la réplica del yate Granma, en el cual desembarcó Fidel Castro y 81 expedicionarios el 2 de diciembre de 1956. FOTO/ Rafael Martínez Arias

Los protagonistas de esta historia salieron de Bayamo, capital de
Granma, con una sonrisa y la satisfacción de saber que andarían
juntos, periodistas jóvenes y otros de más experiencia, por senderos
de historia, incluido el Monumento Nacional de Las Coloradas, altar
sagrado de la Patria.

Era 24 de febrero, fecha del aniversario 123 del reinicio de las
guerras independentistas en Cuba, y se sentía algo distinto en el
aire. Aunque no irían a sitios donde ocurrieron exactamente algunos
levantamientos mambises aquel día de 1895, sí se sumergirían en
esencias de la nación, madre grande forjada a través de varios siglos.

Había mucho entusiasmo. Algunos iban armados con chistes, el
fotorreportero Rafael Martínez Arias (muchachón de 62 años de edad)
con su cámara, canciones y una guitarra, todos con ideas y el deseo de
adentrarse en la historia de Niquero y encantos de la comunidad
costera de Cabo Cruz, destino final de esta expedición sobre ruedas.

Casi todos eran integrantes del Club Juvenil de la Prensa en la
oriental provincia. Poco a poco, se sumaron otros, en diferentes
municipios como Yara, Manzanillo y Campechuela.

Conversaciones y bromas adornaban el ambiente en el interior del
ómnibus. Algunos conversaban también sobre periodismo, posibilidades
de ser más creativos y concebir mejores contenidos.

En el museo municipal de Niquero, los recibieron diversos colegas,
incluida Inés Castro, del telecentro Portada Visión, quien los guió en
esa tierra de mar y gente buena, donde radican 73 sitios arqueológicos
y 33 relacionados con las luchas independentistas, incluidos tres
monumentos nacionales.

Allí conocieron más sobre el lugar en recorrido por las salas de
exposición, las cuales abarcan el pasado y presente desde la etapa
aborigen, con atención también al desarrollo artístico y mantenimiento
de tradiciones.

Observaron diversas obras sociales en construcción y otras
terminadas como el Café Serrano, y luego se adentraron en la emisora
Portada de la Libertad, la cual brinda una programación variada
durante 18 horas cada día.

Colegas de esa casa radial también se sumaron al “piquete”, y otra
vez sobre ruedas siguieron hacia Las Coloradas, donde palpita parte
del corazón de la nación.

Allí, muy cerca del lugar exacto por donde llegaron los
expedicionarios del yate Granma, el dos de diciembre de 1956, guiados
por Fidel Castro, muchos guardaron momentos en fotos, y al lado de la
réplica de la embarcación emblemática vibraron.

Elizabeth Santiesteban, periodista niquereña, manifestó que llegar
a este sitio era una parada imprescindible y calificó la jornada como
memorable, por las buenas sensaciones dentro del grupo.

En los ojos de todos sobresalía el brillo de orgullo por estar
donde pisaron suelo cubano aquellos 82 corajudos durante sus primeras
horas en el país después de venir de México, repletos de valor y
sueños para todo un pueblo.

CABO CRUZ Y LOS PIONEROS

Cuando casi era la una de la tarde, llegaron a Cabo Cruz, comunidad
que ha sido comparada con el ave Fénix, porque, a pesar de ser
prácticamente devastada por el huracán Dennis en el año 2005, luce
hermosa, como una ciudad pequeña, según palabras de uno de sus
habitantes.

Los pioneros de la escuela Hilario Hernández Torres los recibieron
con los brazos abiertos. Ileana, Saleth y otros pequeños despertaron
sonrisas y un cariño especial.

Con entusiasmo aceptaron libros, revistas, lápices, crayolas,
almanaques, temperas, hojas y otros materiales que llevaron los
jóvenes de los medios de comunicación para ellos.

Allí conocieron más sobre la vida de los infantes en ese lugar,
visitado por el almirante Cristóbal Colón el tres de mayo de 1494, en
su segundo viaje al archipiélago, como parte del bojeo a Cuba, y lo
denominó Cabo de la Santa Cruz.

Inés Meriño Pérez, jefa de uno de los dos destacamentos Mirando al
Mar, les habló sobre su quehacer en el combate de las drogas en ese
paraje, donde las corrientes marinas con relativa frecuencia traen
pacas hasta la orilla.

En forma de versos, los visitantes conocieron más de la historia
del poblado, donde antes de 1959 predominaba la pobreza y apenas
existían 40 bohíos de guano y una caseta donde vendían pescado o lo
cambiaban por víveres.

Sus pobladores viajaban hasta el poblado de Niquero, ubicado a más
de 20 kilómetros, para llevar los enfermos, lo cual debían hacer en
chalupas, porque no había carretera. Allá cambiaban el pescado por una
factura de comida.

Cuando salieron de Cabo Cruz, el faro, torre circular de 32 metros
de altura y 155 escalones, construida en 1871 y convertida en uno de
los símbolos de esta zona, quedaba a sus espaldas, pero su imagen, la
de los pequeños en el centro escolar, la de toda la comunidad y los
recuerdos de ese día seguramente continuarán durante mucho tiempo en
sus mentes.  (Yasel Toledo Garnache, ACN)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *