Manzanillo. – La problemática del fondo habitacional de esta localidad tiene múltiples causas entre ellas la pobre disponibilidad de recursos materiales como consecuencia del bloqueo económico, comercial y financiero que mantiene el gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, la obsolescencia tecnológica de la industria, deficiente fuerza laboral y las inadecuadas estrategias de transformación.
Pero hoy, ese panorama parece cambiar gracias a la voluntad política y gubernamental de ir recuperando poco a poco los inmuebles, con énfasis en los de valor patrimonial, y edificar otros para beneficio de la población.
José Armando Piñeiro García, vicepresidente del consejo de administración municipal de Manzanillo a cargo de la construcción dice que al finalizar el 2018, en el costero territorio deben concluirse 45 viviendas.
“Comparado con períodos anteriores, en los que solo hemos hecho 32, es un discreto avance. Para el próximo año nos proponemos llegar al centenar, y de alguna manera responder a las necesidades habitacionales más urgentes”.
El funcionario explica que el programa manzanillero de conservación de inmuebles incluye este año tres edificios, intervenciones hidrosanitarias, y de viviendas; estás últimas deben ser 450.
“Estamos sobre las 200 conservaciones y pensamos que antes de terminar diciembre sobrepasemos el primer número mencionado y quizá algunas más. Las rehabilitaciones se trabajan fundamentalmente en la comunidad de La Demajagua, a propósito del aniversario 150 de la gesta independentista.”
Piñeiro García asevera que, aunque ya se estabilizó, el suministro de materiales se vio limitado hace un tiempo, existe poca disponibilidad de recursos humanos calificados y ahora exigen porque cada entidad cuente con al menos una brigada dedicada a esos menesteres.
Muestra de lo anterior es la morosidad en la construcción del edificio Inglaterra, que debe concluirse en el mes de diciembre, para beneplácito de 24 familias.
El vicepresidente del consejo municipal de la administración a cargo de la Construcción califica de notable el empeño por recuperar los cerca de 20 edificios de valor arquitectónico y patrimonial de la ciudad del Golfo de Guacanayabo, tarea que ya es evidente en el Boris (sede del Palacio de Pioneros), en el Muñiz y muy pronto se asumirá el Fernández. El objetivo es laborar en una decena a partir de 2019.
“La restauración va más a lo artístico, no es quita y resana; hay una serie de cuestiones, de elementos que hay que tener en cuenta. Los trabajos en una edificación pueden extenderse hasta tres años por el grado de complejidad, de deterioro que presente.”
El funcionario dijo que los directivos del gobierno siguen atentos cada detalle de la calidad, aspecto que definió como “un juego de damas.”
“Los que están jugando a veces no ven la partida y los que están fuera sí valoran tres o cuatro movimientos que se pueden rectificar, entonces la construcción es similar: puede que usted sea operario de una obra y no se percate de algo que haga mal, tiene que aceptar la crítica y rehacer. Eso lo exigimos.”
Revertir la deteriorada imagen que hoy exhibe en el fondo habitacional de Manzanillo no cuestión de “cose y canta”. Rescatar los edificios patrimoniales es brillante, pero la prioridad debieron tenerla aquellos que sirven de viviendas a varias familias.
En el juego de damas que significa trabajar con calidad, los directivos, funcionarios y constructores tienen que “mover finas” cada una de sus piezas para al final no pasarle factura a la satisfacción del pueblo y a los recursos del Estado.