Manzanillo. – San Javier es una de las calles más populares del reparto Vázquez, de esta costera ciudad, y donde se entrelaza con las arterias Dolores y San Nicolás vive gente noble, sencilla, y que no la piensan para “echar” pa´lante con ímpetu, protagonismo y decisión.
Por allí también “pasa” una amplia cañada que “desbordada” de desechos sólidos, hizo sucumbir con intensos aguaceros, hace algún tiempo el viejo puente por el que a diario transitaban cientos de niños, adultos y ancianos en todas direcciones y para las más variadas gestiones.
Reclamos por aquí, gestiones por allá propiciaron que el júbilo llegara en días recientes cuando las piezas para el arreglo de la pasarela fueron colocadas en su sitio por una potente grúa, junto al concurso de los hombres y también las mujeres de la zona.
La comerciante María Sanz Romero, es la presidenta del Consejo Popular cuatro Celia Sánchez nos cuenta que la situación de marras afectó por mucho tiempo a los vecinos de la zona, pero que, gracias a la voluntad gubernamental, ya todo se resolvió.
“Apoyaron todos los vecinos, periodista, aquel trajo un pico, el otro una pala, la abuelita un vaso de agua o un traguito de café. Y el júbilo fue grande.”
Sanz Romero nos dice que enseguida los líderes comunitarios y los vecinos organizaron una “fiestecita” para la “reinauguración” del puente, más que eso es un enlace de voluntad, unión, de fuerza.
El jolgorio fue mayor este fin de semana cuando hasta San Javier entre Dolores y San Nicolás llegaron los colectivos de diversas unidades del comercio, la gastronomía y los servicios con el propósito de una feria, que implicó el esfuerzo y las manos de muchas personas.
María comenta que recibió la ayuda de Yunieski, un delegado del Poder Popular, de una demarcación colindante, de los principales dirigentes del consejo de la Administración, y de las empresas de la Gastronomía, el Comercio, Lácteo, y Acopio, que llegaron a la zona con los más variados productos y surtidos que esos colectivos fabrican y venden.
“Yo vine detrás de la carne de cerdo, pero también compré condimentos, mantequilla y refrescos”, me comentó Mayren Matos, acompañada por sus nietos Jorgito y Daniela, mientras que Reynaldo Vega expone que “es una buena opción porque así no tenemos que ir hasta lugares tan distantes a comprar lo que nos hace falta para la alimentación.”
“Las ofertas son accesibles al bolsillo, estamos compartiendo con los vecinos y las amistades un rato agradable y en familia, excelente idea”, dice Luis Mario Castro y con él coindice Silvia Hidalgo Díaz, otra de las vecinas del lugar: “Queremos que se vuelva a repetir porque todos no tenemos la posibilidad de ir hasta el recinto ferial El Bosque. Esperamos que se mantengan, aunque sea una vez al mes, ha sido genial la iniciativa de extender las ferias agropecuarias hasta los barrios.”
En la tarde llovió un poco, pero el agua no melló los deseos de las personas de divertirse y continuar la fiesta. En la noche llegaron hasta allí un grupo de artistas aficionados de la Casa de Cultura de la ciudad del Golfo de Guacanayabo, para completar la alegría, de la que también fue partícipe el cantante Antonio Llumbet.
La gente de la calle San Javier es noble, sencilla e impetuosa. Para refrendarlo está el puente del barrio, obra sujeta sobre los cimientos de la voluntad y el esfuerzo popular.