Obras del artista de la plástica granmense Alexis Miguel Pantoja Pérez (Manzanillo, 1969) aparecen en el marmóreo piso del primer tramo del Prado de Bayamo, inaugurado a finales de 2019 en la avenida Rafael María de Mendive.
Tras el acto de estreno del paseo, en el que Federico Hernández Hernández, primer secretario del Partido Comunista de Cuba en Granma le agradeció, en nombre del pueblo granmense, el gesto de donar varias de sus creaciones para embellecerlo, Alexis Pantoja declaró a medios de prensa que el proyecto en cuestión fue para él una experiencia nueva.
“Imbricar la plástica en un proyecto urbano civil fue reto grande, porque por primera vez hago algo así, era totalmente inédito en mi experiencia traducir lo que estoy acostumbrado a hacer en un tipo de técnica y formato diferentes”, aseveró Pantoja.
“Mientras en mi estudio y galería –añadió- yo puedo ser dueño totalmente de lo que estoy haciendo, esto requiere milimétricamente un trabajo de comunión y de armonía en el equipo (encargado de ejecutar la tarea), porque ellos tienen que traducir, es una mecánica interesante en la que se sustituye el óleo por el cemento; constituye un mecanismo de aprendizaje mutuo a todas las bandas, yo aprendí una forma de expresión plástica y ellos aprendieron cómo puede interpretarse un arte”.
Alexis Pantoja aclara que no hizo un proyecto para dicho entorno, “son obras emblemáticas en mi carrera, tienen un tipo de vinculación emocional con Bayamo que se podían utilizar como metáfora de mi obra a la ciudad”.
Precisa el artista que en temas recreados en el Prado se encuentran, en primer lugar, “La Bayamesa, un guitarrista, que es un homenaje a la música, al río Bayamo, un niño, muy típico en mi obra, el coche, otra vez el río, pues no se entiende el imaginario sin ese río, un escritor, y termino con una bailarina que es una de las obras que ahora estoy haciendo, porque resulta que Bayamo tuvo antaño una escuela de baile, o sea el ballet no es accidental”.
“Nos lanzamos a la aventura y salió con todas las marchas y contramarchas naturales de un ejercicio en el que teníamos un tiempo determinado por lo que no podíamos distraernos. Fue una experiencia nueva, interesante. Una aventura”.