El coreano Kwang-Yun Jin no puede evitar una sonrisa ni sacudirse el sudor que corre por su frente, cuando le hablan del sofocante calor que resiste en Cuba, desde su llegada hace casi un mes.
Y no es para menos, aunque jamás las altas temperaturas le impiden continuar con su misión.
Su presencia en la Mayor de las Antillas obedece a un contrato de trabajo, para ofrecer asesoramiento y ayuda en la formación de nuevos talentos en la modalidad de poomsae, pugna imaginaria que muestra la esencia y el arte del taekwondo.
Por supuesto, no se hizo esperar su visita a la ciudad de Bayamo, sede por estos días de los campeonatos nacionales, en uno y otro sexo, que acontecen en la Escuela de profesores de Educación Física (Epef) Simón Bolívar.
“Faltan tres meses y los muchachos están al 40 por ciento”, expone con un español trastocado el entrenador asiático que pretende, al término de ese periodo, conformar la selección cubana de la especialidad.
Sin embargo, la tarea de Jin trasciende lo metodológico, mientras enfrenta las carencias materiales, “el próximo mes llegará un envío para apoyar con equipamiento técnico, además de uniformes y otros aditamentos para continuar con la ejercitación”, revela.
“Los entrenamientos son fuertes y los muchachos, aunque tienen calidad, salen con dolores en todo el cuerpo”, agrega Kwang-Yun, y considera que Cuba es uno de los pocos países donde se practica.
Sobre la conexión que establece con sus discípulos en medio de las demostraciones, comentó: “Mis alumnos son mi corazón”, antes de confirmar el amor que siente por el archipiélago y su gente.