La cosa de Coco

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Por Diana Iglesias Aguilar | 3 mayo, 2020 |
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FOTO/ Tomada del perfil de Facebook de Diana Iglesias

Con varios libros publicados dentro y fuera de Cuba, numerosos premios obtenidos en lides poéticas en América, Europa y su isla, el lenguaje para Alexander Aguilar López (Coco) es un compañero inseparable, al que abraza y resguarda de lo soez, protege con respeto y defiende con hidalguía.
Cultor de las variantes de la décima tradicional, imprime a sus versos de carácter transgresor la genuina picardía criolla.

Ningún tema escapa de su aguda mirada y análisis, expresado con métrica cuidada y originalidad, en ellos hablan los sabios, los iletrados, las nubes y hasta la cosa.


Por cierto, sola la poesía puede enfrentar, y de paso, ayudarnos a los demás, en momentos duros como los que vive la humanidad, sin perder la sensibilidad y a la vez arroparnos con su coraza de imágenes y sueños, de esperanza y futuro.


“Sobrevivientes de la cosa” es el título más próximo de Coco a estar entre los lectores. En manos del Centro Promotor del Humor, les aseguro que no habrá cosa que se interponga entre el y nosotros (el libro y sus lectores, por supuesto) en los proximos meses (no sabemos cuantos).


Una sola palabra, como cosa, puede provocar risa, carcajadas, dudas, reflexión, prestarse al doble sentido como a malsanas interpretaciones. Pero es quizá el vocablo más usado por lo habitantes de la mayor de Las Antillas y hay que “sacarle jugo” en versos.


Sonetos, epirafios, epigramas, versos libres, agrupados por temáticas y dirigidos a unos y otros más alante o atrás en el calendario ontogenético, responden a títulos como: “Bajo el pretexto de los dias” (primer libro Ediciones Orto Manzanillo 2009), “Nosotros los cobardes”, ” Erase una vez la duda”, “El recurso del miedo”, ” Los hemiferios contrarios”, ” La hora del recuento” y un par de titulos sin mencionar en proceso editorial.


Enmarcar a Alexander, etiquetarlo en: poeta o narrador, profesor o promotor, escritor para niños o para adultos, científico o creador, sería como cosificarlo y condenar un lenguaje inteligente sin otros artificios que el mucho estudio, la incansable lectura, a un dogma filosófico, y Coco es cosa contraria a lo inmóvil.

Léalo, es mi única sugerencia.

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