La dulzura de cierto matrimonio

Share Button
Por Anaisis Hidalgo Rodríguez | 10 junio, 2020 |
0
FOTO/Armando Contreras. ACN.

Los caminos de Joaquín Gómez Gil y Clara Camejo Costa se cruzaron por uno de esos tantos azares de la vida y del oficio. Fue precisamente uno, o mejor dicho, varios gestos de caballerosidad los que marcaron el inicio de su relación devenida matrimonio.

Ya en otros puestos de trabajo, aquellos brazos fornidos endurecidos tras su puesto como operador de la turbo amasadora en el Polígono productivo La Panificadora, más exactamente en la línea de sorbetos, nunca cedieron a que la delicadeza de Clara trascendiera los límites permisibles de carga alguna por su desempeño como almacenera.

Fue Clara precisamente quien abrió las primeras puertas al género femenino en este oficio como almacenera en Pan y dulces, un puesto que muchos no aprueban en una mujer por el esfuerzo físico que implica.

“Solamente un batido lleva 69 quilos de harina, igual de azúcar lustre que hay que ponerla a moles. Es un proceso fuerte y necesitas de un hombre que te de una mano. Él control siempre lo llevaba yo, pero él siempre me ayudaba. Me llamó la atención su carácter sociable, su preparación, su camaradería.

Muchos se preguntan cómo es posible compartir la casa y el trabajo, pero hay días en que ni nos vemos de tanto atareo.

Joaquín Gómez Gil es uno de los obreros principiantes en esta fábrica donde además de operador de crema es ayudante de almacén.

“Trabajo en lo mío y le ayudo para que no haga fuerza. Al principio ella cargaba algunas cosas, pero no es lo mismo una mujer que un hombre para bajar sacos con harina, y otras materias primas sobre los hombros. No hay discrepancias, hay gentes que no les gusta aceptarlo, pero  las mujeres siempre mandan, en la casa o en el trabajo.

“Con la unión de los compañeros  resolvemos cualquier problema, no somos mecánicos pero si tenemos la oportunidad de arreglar cualquier desperfecto en la producción, nos movilizamos rápido, no tiene que venir ningún directivo a decirnos lo que tenemos que hacer.

“Priorizamos sacar la producciones al pueblo, más en esta etapa en que la mayoría está en sus hogares para evitar una propagación de la pandemia y que no cesan de pedir chucherías. No somos un colectivo que se cruza de brazos”, acota Joaquín Gómez Gil.

El sorbeto de Bayamo, a decir de Davisnel Peña Peña, subdirector  comercial de la Empresa provincial de la Industria integral alimentaria (Epiia) goza de prestigio nacional por su calidad.

Este 2020 las producciones de este tipo se han visto limitadas por el déficit de gas licuado, imprescindible para su elaboración.

Tradicionalmente se  destina a las áreas infantiles pero actualmente por la baja cobertura de gas que tenemos expende en los mercados El paraíso y El Flipper;  además de áreas de salud pública, centros de aislamientos y personal médico que labora en estos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *