La ocurrencia de un trágico accidente automovilístico le cambio por completo la vida a Beatriz Ramírez Cabrera, quien luego del incidente pensó que todo estaba perdido.
Mas, la llegada a su casa del profesor José Alejandro Léon Guerra, con su constante interés por sumarla a la esgrima en silla de rueda, dio un vuelco positivo cuando ya menguaban los ánimos.
“El profe comienza a incitarme cuando habla conmigo sobre el deporte y las diferentes competencias. Poco a poco me fue motivando a entrenar en las mañanas y todo comenzó a cambiar”.
Según expresa Léon Guerra una de las causas por las que se acercó a ella fue por su aspecto morfofuncional y su somatotipo: “Me di cuenta de sus buenas condiciones físicas. Primero realicé un trabajo propedéutico con Beatriz y la familia, y en el desarrollo del trabajo fuimos viendo las posibilidades en la disciplina, la cual está recién generalizándose.
“Mi propósito es que ella vea la esgrima como parte de su preparación integral. Ahora estamos alistándonos para el IV Festival nacional de discapacitados, con sede en Camagüey, en noviembre próximo.
“Estamos en la etapa de adiestramiento y haciendo énfasis en las acciones técnico- tácticas para lograr una buena preparación e incrementar el desarrollo teórico y sicológico. En el entrenamiento diario utilizamos elementos deportivos y acciones propiciadoras de la motivación y la preparación general”.
El paso del tiempo fue llenando su vida de esperanza y empezó a ver el deporte como algo muy provechoso y no como una monotonía. “Comencé a percatarme que era algo diferente y cada día me levantaba con un deseo y un propósito, eso se lo agradezco al entrenamiento y a los consejos del profesor.
“De las actividades cotidianas disfruto desde el calentamiento hasta el último ejercicio y a ello debo mis resultados. Entre los más sobresalientes están la medalla de oro en espada individual, medalla de plata en florete, diploma a mejor atleta y a mi contribución al segundo lugar obtenido por Granma en el III Festival Nacional de Discapacitados”.
Ramírez Cabrera asegura que la familia la ha apoyado mucho, y sobre todo su entrenador, al cual tiene como un padre y de quien escucha y respeta cada palabra.
“Quien se una a un deporte discapacitado va a ver la vida desde otro punto de vista y tendrá más deseos y fuerzas, porque te sientes incluido y no excluido.
“Cuando logré ser campeona me sentí muy feliz, porque aunque me preparé parar ello no me lo esperaba. Todos mis resultados se deben a que cuando me enfrento en un combate pienso que lo debo ganar, porque hay quienes esperan lo mejor de mí y no los puedo decepcionar.
“Uno siempre anhela cosas grandes, por eso mi mayor sueño es representar a Cuba en un evento internacional y para eso me preparo y ejercito”.