La espada de nuestro Padre

Share Button
Por Osviel Castro Medel | 18 abril, 2020 |
0
FOTO/ Armando Yero La O

Era, probablemente, el más impetuoso de aquella generación que nos sacudió de las sábanas para lanzarlos, gloriosamente, al largo camino de la lucha imprescindible.

Sin embargo, en los momentos en que hacía falta la serenidad suprema, él sabía sacar la espada de la paciencia y la esperanza; esa tan necesaria en momentos de aprietos y dilemas.

Este 18 de abril, en el que las circunstancias nos impiden acudir en masa a su casa señorial, a celebrar su cumpleaños 201, deberíamos buscarlo en sus lecciones sobre la unidad, el civismo y la patria.

Buscarlo siempre en sus ejemplos, en su anhelo de edificar un país en el que abundaran los valores, el desinterés y la hermandad cierta.

Es hermoso escribir, después de tanto galope de almanaque, que ese ser humano nacido en nuestras tierras supo anteponer los ideales a las joyas fulgurosas, los sacrificios a la familia amada, la ética a la demagogia.

Que, después de soportar miles de pruebas, la envidia y las traiciones, terminó sus días comiendo sin pena una sopa de lechuza, enseñando a los niños de la montaña a escribir “amigo”, caminando con unos zapatos de yagua, cosidos en el campo.

Que, luego de tanto sacrificio, no se quejó de la soledad hondísima, ni de los dolores físicos y espirituales, tampoco pidió nunca el lugar que se había labrado en el surco de la historia.

Es vivificante decir, en medio de la ventisca, que no hemos olvidado a Carlos Manuel de Céspedes; al jugador de ajedrez y poeta, al de virtud desbordada por encima de defectos, al político y creador de versos, al hombre inmenso que se convirtió en Padre de humildes y esclavos, en huella larga y bella de Bayamo, de Cuba.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *