La familia Yero encontró un nuevo camino

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Por Luis Morales Blanco | 19 septiembre, 2015 |
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Campesinos, Granma
FOTO / Rafael Martínez Arias

“Querer es poder”, reza un viejo adagio hecho realidad en el consejo popular Marcial Jiménez, parte alta de Campechuela, en predios de la familia Yero, allí desde el verdor y la profusión de cultivos puede otearse el azul del Caribe bañando la costa en un espectáculo de belleza sin par.

Hoy esta   finca es de referencia en ese municipio de Granma en la agricultura suburbana junto a otras que recibieron tal condición durante la más reciente visita del Grupo nacional que atiende la actividad, otra cifra similar espera obtenerla próximamante.

La hacienda original de esta familia estaba más hacia la montaña, cerca de un sitio conocido como El Puntico, allá Tirso Yero y sus hijos tenían una excelente crianza de ganado ovino y caprino, pero al envejecer los padres,   como ya algunos residían cerca de la cabecera municipal decidieron permutarla para este lugar que era solo un amarradero de bestias contiguo a un basurero.

Aquello cambió como de la noche al día: hoy parece un jardín   desde que   limpiaron desbrozaron, acondicionaron y sembraron diversa variedad de cultivos.   Entre todos construyeron la vivienda y un punto de venta que ya tienen clientes habituales y donde comercializan sus propios productos.

Armando, uno de los hijos se incorporó desde que comenzó el movimiento de tierra: “Empezamos a luchar día y noche, de verdad nos pegamos”.

Tirso con sus 79 años es bajo, fuerte, con una bonachona reciedumbre y   mantiene una vitalidad ejemplar para nuevas generaciones de agricultores, él asegura que   trabajan siempre doble jornada, no andamos con ñeñeñé (onomatopeya que en el campo cubano denota debilidad e irresolución)….”Aquí es p’alante y p’alante”, enfatiza.

“Aunque nosotros empezamos antes que el viejo -dice Armando- desde el año pasado nos metimos de lleno en el trabajo y ya la finca produce maíz, diversas viandas y frutas. Yo fui constructor en Campechuela pero no me va mal como agricultor, todos los hijos hemos heredado la misma sangre de papá para el trabajo, él nos enseñó desde chiquitos   a ser serios, y querer a la Revolucion, trabajamos duro pero podemos venderle al pueblo lo que salga de aquí”.

Ahora los Yero alistan un terreno para hortalizas y lo tienen cercado con plantas de yuca “que no dan mucho pero también puede aportar alguna vianda”, aclara Armando.

Tirso abandonó las tijeras hace mucho para dedicarse a la ganadería ovina allá en El Puntico, y cree que en la agricultura ha encontrado su verdadero camino, “otros trabajos son importantes, no lo niego, pero en este uno ve el fruto del sacrificio y lo mejor es que puede ofrecerlo a los demás.

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