Las montañas custodian cada espacio. Los habitantes de la serranía de Guisa son privilegiados por los paisajes que aprecian cada día, y también, por el empeño para que los productos de primera necesidad estén a su alcance.
En las comunidades de Monjará, a siete kilómetros de la cabecera municipal, y en la Sigua, perteneciente a Victorino, un lugar más intrincado, la producción de pan y dulces permite que quienes habitan en esas zonas disfruten de esos alimentos.
Javier Espinosa Morales, administrador del combinado La Victoria, en Monjará, expresa que se elaboran diariamente mil 598 panes de la canasta básica, y aunque la harina entra con pocos días de cobertura, se empeñan para que no existan deudas con los consumidores.
“Elaboramos panecillos, panetelas borrachas, San Pablo, masa real, rollitos, brazos gitanos y otros dulces, todos de aceptación popular, y gran demanda.
“El horno para hacer el pan es el equipo en mejores condiciones aquí, los demás están envejecidos, pero los seguimos usando y las producciones no se detienen”, agregó Espinosa Morales.
En ocasiones hay déficit de alguna materia prima, como hace unos días con el huevo, pero en cuanto abastecen las rutinas se estabilizan y los nueve trabajadores se esfuerzan para ponerse al día con los planes.
Hasta Los Llanos, San José Arriba, Santa Bárbara, comunidades más intrincadas, llega la repostería elaborada en esa unidad.
La calidad de las producciones es esencial para esos hombres y mujeres, justo la preocupación que los enlaza con quienes, en la panadería La Sigua, se dividen en dos turnos de trabajo para satisfacer las necesidades de los montañeses de allí.
El administrador de esa unidad, Alberto Reyes Martínez, explicó que un turno se encarga del pan y la repostería, y el otro, de producir palitroques que se distribuyen en el municipio y otras partes de la provincia.
“Hacemos el pan flauta y el de corteza dura, dulces de frutabomba, mermeladas, puré a granel y en botella que comercializamos con Comercio, entre otras elaboraciones”.
Cuatro mil panes diarios producen para la canasta básica, además de otros para los organismos de gastronomía y educación.
Yosvani Aguilar Vázquez, obrero, dijo que allí se trabaja bien y, aunque a veces hay que conseguir la leña, tratan de no parar. Agregó, además, que la calidad es en dependencia de la materia prima; ¨generalmente las opiniones de los clientes son positivas¨.
Así lo ratificó Sira Sánchez Zaldívar, consumidora, quien expresó que los productos son buenos. ¨El pan flauta y los panecillos que compro para mi niño resultan mis preferidos¨.
Allí, entre lomas, persiste el empeño de esos hombres para que los montañeses disfruten de su pan cada mañana y de dulces todavía con el calor del horno.