Cercana está la fecha del aniversario de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), una organización que si bien fue creada para combatir las acciones desestabilizadoras y violentas del imperialismo yanqui, contra el naciente proceso revolucionario, con el paso del tiempo se le han ido sumando tareas y responsabilidades que la han ayudado a crecer.
Lamentablemente, el próximo 28 de septiembre no podremos disfrutar del tradicional festejo y la caldosa, pues la compleja situación epidemiológica que vivimos en Cuba con la Covid-19 nos lo impide. Sin embargo, el cumpleaños de los CDR puede constituir un momento propicio para reflexionar lo que ha sido, es y será, la mayor estructura de masas del país.
Además de la vigilancia y guardia cederista, las donaciones de sangre, la higienización de los barrios y otros vitales encargos, los Comités -con el decursar de los años- han devenido en la gran familia del pueblo cubano, una característica distintiva que no se puede demeritar.
Y es precisamente esa condición la que debemos tener en cuenta para honrar su aniversario 61, pues si tenemos presente que somos una gran parentela formada por cada uno de los vecinos, nos sobraran iniciativas para que no pase por alto la efeméride.
Recordar que las personas que nos circundan son nuestros familiares más cercanos, debe llevarnos inexorablemente al pensamiento de que todo lo que hagamos por ellos, es parte de los nobles actos que también hacemos por nuestros seres más queridos.
En estos días complejos debemos ser mas amorosos, solidarios y considerados con quienes desde hace mucho tiempo, comparten con nosotros el mismo barrio.
Hoy, cuando la pandemia hace estragos por doquier, debemos preocuparnos y ocuparnos por la salud de aquellos que junto a nosotros integran un CDR, y de las necesidades que tienen los hogares que han sido declarados en cuarentena.
Tampoco podemos olvidar esas pequeñas acciones caritativas que no solo nos hacen crecer como seres humanos, sino que por varios años han hecho grande a esta nación.
La consideración y la sensibilidad deben, más que nunca, estar presentes en nuestras relaciones con las personas más próximas a nuestro hogar, lo cual sería un digno homenaje a los CDR.
Evidentemente, este 28 de septiembre no habrá risas, bailes y tragos en torno a una caldosa, pero lo que no puede evitar el coronavirus, es sentir la alegría de ser cederistas, tratarnos como hermanos y quizás -como hacíamos hace un tiempo con los médicos- celebrar con un aplauso un año más de vida de una organización que nació para ser eterna.