La guerra de otras Nightingales

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Por Gisel García Gonzalez | 8 abril, 2020 |
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FOTO Rafael Martínez Arias

Atravesamos el umbral esperando que fuese la última vez en medio de estas circunstancias. Mucha experiencia hay en los planteles de Granma para acoger personas durante situaciones excepcionales, pero ahora es distinto. Así lo confirman las batas verdes que transitan en la escuela pedagógica Rubén Bravo, más allá de una barrera física donde se lee zona roja.

La Doctora Raisa González Maceo, especialista en primer grado de Medicina General Integral y directora del centro de aislamiento que radica en la institución, informa con satisfacción que es posible que este viernes, cuando los 25 viajeros en vigilancia epidemiológica abandonen el sitio, hayan cumplido su misión y el personal regrese a casa, bajo estrictas medidas sanitarias.

“Los 108 pasajeros que llegamos a recepcionar dieron negativos a la Covid-19 en el test rápido y los siete PCR en tiempo real realizados de forma aleatoria para confirmar la veracidad del resultado, también”, afirma visiblemente contenta.

No obstante, nuestra visita el pasado 7 de abril, Día Mundial de la Salud, procuraba las declaraciones de dos Licenciadas en Enfermería inmersas en delicadas y riesgosas faenas desde el 24 de marzo último.

A Juana y Maritza no solo las une su profesión, sus 34 años de trabajo en el sector, haber cumplido misión internacionalista en Venezuela, trabajar en la atención primaria de salud, la confianza en las garantías del sistema de salud cubano al cual representan e, incluso, educar hijas que también escogieron carreras de las Ciencias Médicas.

Hoy integran voluntariamente un grupo de 27 profesionales de la salud que aunaron conocimientos y vocación humanista para evitar la propagación del nuevo coronavirus.

Juana Aliaga Verdecia/ FOTO Rafael Martínez Arias

“La Revolución nos lo pedía y el país lo necesitaba, si quienes podíamos enfrentar esto éramos nosotros cómo nos íbamos a negar”, afirma Juana Aliaga Verdecia, quien comenzó atendiendo pacientes y asumió luego la responsabilidad del servicio enfermero.

“Se ha trabajado bastante, de forma coherente y organizada. Desde el punto de vista profesional creo que este contexto me ha preparado para otros. Estoy dispuesta.

Aliaga Verdecia habla de vivencias y desafíos, largas explicaciones a los viajeros sobre riesgos, medidas ineludibles, la postergación imprescindible del encuentro familiar, no siempre comprendido, el cuestionamiento de la voluntariedad de su misión.

“En la atención no escatimamos nada, corremos el peligro de enfermarnos y dejamos atrás una familia. Pero vamos a asumir la tarea mientras se necesite”.

Maritza Suárez Álvarez/ FOTO Rafael Martínez Arias

Maritza Suárez Álvarez ya había participado en numerosas audiencias sanitarias en el reparto bayamés Francisco Vicente Aguilera cuando recibió la llamada que la condujo sin reparos al centro de aislamiento.

A la altura de este miércoles ya han despedido a muchos, que aún con residencia en países del primer mundo, como Estados Unidos y España, al ver la compleja situación, vinieron a refugiarse en Cuba y las bondades que solo, quizá, se valoran bien, en medio de estas eventualidades.

La despedida del primer grupo hace unos días, que multiplicó a plena mañana los aplausos que diariamente reciben a las nueve de la noche, le sacó las lágrimas.

Suárez Álvarez afirma haber vivido momentos tristes relacionados con su labor, pero el agradecimiento recompensa la entrega: “esos ejemplos me hacen sentir con más deseos todavía de seguir defendiendo la Revolución, de seguir trabajando como lo hemos hecho y donde la Revolución nos necesite, estaremos todos”.

Antes de regresar no faltan dos cosas: el saludo extendido al personal de apoyo que integran educadores y trabajadores del Inder y a todos los que de una forma u otra ponen un granito de arena en la batalla contra la pandemia, y las recomendaciones al pueblo en el uso correcto del nasobuco, el lavado frecuente de las manos, el aislamiento social, aguantar todas las emociones para cuando esto termine abrazarnos de alegría.

La Licenciada Ángela Aguilar Lemes, presidenta de la Sociedad de Enfermería en Granma, explica que debido a la conmemoración del bicentenario del nacimiento de Florence Nightingale, se dedicó la jornada de este 7 de abril a tan sacrificada labor.

El ejemplo de quien sentara las primeras bases de la profesión durante el cuidado de los heridos en la guerra de Crimea, perdura en aquellas que hoy enfrentan a un silencioso enemigo en otra contienda.

 

 

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