La Larga, una finca que Bayamo tiene asentada a 14 kilómetros de su centro urbano, se ha propuesto firmemente conquistar el mundo, tanto como su entorno inmediato.
Tres jóvenes hermanos: Manuel, Javier y David Labrada Zamora, y también su padre Oscar (con no pocos trámites y gestiones a cuesta) son los encargados de encauzarla hacia esa meta, y el empeño es tal, que precisamente en esa organización productiva Granma tiene el primer trabajador por cuenta propia involucrado en los procesos de exportación.
GENERALES DE LA PRODUCTORA
Ubicada específicamente entre los barrios rurales Caureje y Guasimilla, en el Consejo Popular de este último nombre, la finca cuenta con 1,82 caballerías de tierra, dedicadas en lo fundamental desde el 2013 a la producción porcina.
Mediante convenio, dos como promedio anual, de La Larga se entregaron a la Empresa porcina en cada etapa, unas 18 toneladas de carne, de los animales de ceba derivados de los contratos y otros garantizados por los productores.
Así sucedió hasta julio del pasado 2020, en que la pandemia de la Covid 19 y su consiguiente crisis nacional y mundial, agravaron la disponibilidad de necesarios insumos.
Con la voluntad de adicionar otras variantes productivas, y aprovechando las aperturas definidas en la estrategia nacional y territorial, para hacer avanzar la economía en las actuales circunstancias, la organización productiva, vinculada a la Cooperativa de Créditos y Servicios Manuel Espinosa, se insertó en la producción de ganado menor, específicamente conejos y ovejos, con casi medio centenar de estos últimos.
Mas, el principal desafío de “La Larga”, con miras a contribuir a la reanimación de la economía nacional, ha comenzado a ser la producción de carbón vegetal con destino a la exportación, una tarea ardua que transcurre entre viento y marea.
EL ESTRENO
Entre los hermanos, Manuel, o mejor Manolín como todos le llaman, posee la licencia de exportador, y es de hecho, como arriba se señala, el primer cuentapropista granmense en insertarse en ese necesario pero complejo proceso.
En agosto del año anterior, cuando entraron en vigor las nuevas normativas jurídicas que respaldan la compra y venta en el exterior por parte de todos los actores de la economía, incluidos los del sector privado, tenía el joven un tramo importante recorrido, el haberse patentado en la mencionada producción desde febrero, y establecer compromisos con la empresa granmense de granos Fernando Echenique y la matancera Victoria de Girón, a cada una de las cuales ya les había entregado un contenedor del material combustible.
“Cuando el país dio la posibilidad de esa incursión a las formas de gestión no estatal de exportar directamente a través de una de las 36 entidades especializadas, facultadas para la actividad exportadora, traté de establecer relaciones con entidades de la provincia, pero no fue posible, y entonces me monté en un camión con destino a la capital del país y logré la contratación con Cítricos Caribe”, detalla Manolín.
La experiencia ha sido compleja, por el rigor que en sí entraña tal proceder, lo que en el caso que nos ocupa varios factores han impactado sobre la operación, como el hecho de que, al no hacerse el contrato con una entidad territorial, el contenedor que trasladaría la primera carga comprometida (unas 20 toneladas) debió hacer un mayor recorrido, en este caso Holguín-Bayamo, y de retorno, de aquí a Holguín y luego a Santiago de Cuba, provincias donde la comercializadora tiene radicados base y centro de carga, todo lo cual encarece el servicio de kilometraje que el cuentapropista debe pagar.
Otras trabas rondaron la operación, como el que el cuentapropista, amén de su licencia para exportar, no puede a título personal contratar los servicios de Cuba Control, vitales para acreditar la calidad de la carga: Ese trámite también se hace con la exportadora como mediadora, a la que el productor entonces debe pagarle en moneda libremente convertible.
Pero esos obstáculos, ni otros enfrentados con los envases, no desanimaron a Manolín y su familia, en su empeño de responder a la convocatoria hecha por el país de contribuir a la ineludible reanimación de la economía en estos tiempos de pandemia. A duro trámite un primer contenedor con 20 toneladas de carbón ya salió de “La Larga”, un segundo está por salir y se trabaja en el volumen productivo para un tercero.
PERSISTENCIA
“Podemos entregar anualmente entre cinco y seis contenedores, teniendo en cuenta que se necesitan alrededor de dos meses para producir unas 20 toneladas. Desde el inicio nos hemos apoyado en otros campesinos vecinos, con más experiencia en este tipo de labor, porque sabemos que un requisito vital es garantizar una elevada calidad de las producciones”, destaca Manolín.
Tener consciencia de la observancia de ese indicador es de hecho una fortaleza en la gestión de estos productores, y en ese sentido mucho aportaría también a la búsqueda de mayor calidad, el que en un futuro cercano la finca pueda disponer del solicitado servicio eléctrico, pues hasta el momento se alimenta de tendedera (a 500 metros hay un banco de transformadores) y eso imposibilita la utilización de medios oportunos, y de los cuales ellos disponen, como por ejemplo, una báscula, una máquina forrajera para la alimentación del ganado, y una zaranda que beneficie el carbón en toda la extensión de la palabra, y de paso humanice en un 80 por ciento el trabajo de quienes lo producen.
Mientras, Manolín y su familia continúan produciendo carbón, aunque en su beneficio manual el hollín se les cuele intempestivamente por la nariz, por los oídos, por los ojos…
Al final ellos confían en que, como experiencia nueva, que recién comienza a labrar su necesario camino de acuerdo con los requerimientos de la economía nacional, por su propio peso deberá ir eliminando trabas, facilitando encadenamientos productivos dentro del propio territorio granmense, para que más productores, con diversos renglones se estimulen a incorporarse a la actividad exportadora. Ese es, en definitiva, el principal e inapelable desafío de la máxima dirección del país, y que entre todos se debe ganar.
De pronto, La Larga ya se ha abierto al mundo, y puede convertirse en una finca potenciada, diversificada, porque allí lo que sí no falta es la voluntad.