Apenas lo conocí cuando se desempeñaba como Director de deportes en el municipio de Buey Arriba y mucho menos fui testigo de las innumerables batallas que ganó por aquella región, en la que muy pocas cosas no tuvieron su sello, el de José Téllez Milanés.
Otros lo recuerdan como jefe de las delegaciones de Granma en Juegos nacionales escolares, al frente de la Academia provincial de boxeo, uno de sus deportes favoritos, o en el Campeonato internacional de atletismo por edades en Alemania y Suecia, entre otras de las tantas tareas que siempre asumió con decoro.
Qué se proponía Téllez -como lo identificaba la gran mayoría- que no lograra al mando del organismo deportivo en el territorio boyarribense, a pesar del lenguaje algo enrevesado y confuso, pero firme y sin titubeos.
Allí, llegó con la misión de enrumbar el deporte, “lo cogí cuando solo se practicaban seis y ya va por 19”. Entonces quién dudaría de su prestancia y responsabilidad, “27 años como director es fácil decirlo, ¡verdad!”, expresó, durante su retiro oficial en noviembre de 2015, cuando Buey Arriba acogió el acto provincial por el Día de la Cultura Física y el deporte.
Su pegada resultaba indescifrable. Ahí están varias áreas recreativas, la reanimada Industria deportiva, el extinto Motel y el terreno de San Pablo de Yao -donde jugó el Comandante en Jefe Fidel Castro un encuentro de béisbol contra pobladores de la zona, el 6 de octubre de 1966-, por solo mencionar a algunos.
Sin embargo, hubo quienes -como yo- ignoraban la magnitud de su obra de más de 50 años, que trascendió estadios y canchas.
José participó -como cortador de caña- en cuatro zafras azucareras y laboró como auxiliar de laboratorio en el central Juan Manuel Márquez, de su natal Media Luna, donde, además, inició su vida deportiva.
Igualmente, dejó su impronta en Isla de la Juventud, al formar parte de la Columna juvenil de trabajo. “Mi padre era muy trabajador, y eso fue lo que nos enseñó a mi y a mis hermanos; lo único que hemos hecho es trabajar y luchar”, rememoró en aquella ocasión.
Allí, en predios pineros, retomó sus funciones de activista (de boxeo), de la que jamás quiso separarse, “esa fue la tarea que más me gustó, junto a la de técnico y dirigente”, la que simultaneó, por casi una década, al integrar el consejo técnico asesor de la Presidencia del Inder, junto a otras personalidades del país, como el holguinero Melchor Anido Prada (también fallecido).
Su voz entrecortada y nostálgica delataba frustración ante la imposibilidad –por problemas de salud- de no seguir sirviendo a su pueblo, ese que lo añora, le ofrece reverencia, y siempre reconocerá su entrega sin límites.
“Salí de una grave y estuve casi muerto, pero alguien dijo que no me fuera tan pronto y me dejaron vivo. Seguiré haciendo lo que puedo”, expresó, antes de decirle a su Buey Arriba: “Gracias mi pueblo”.