La puntualidad es orden y respeto

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Por Sara Sariol Sosa | 13 abril, 2018 |
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FOTO/ Luis Carlos Palacios

Cuando esta semana motivamos reflexiones sobre el desarrollo de la reciente Feria del libro en Granma, no pocas opiniones señalaron entre sus puntos negativos, el incumplimiento del horario fijado en el programa para el inicio de varias actividades.

El hecho no es nuevo, ya había sucedido en ediciones anteriores, y esta vez también fue difícil asistir a la presentación de un texto, a una conferencia, conversatorio…, que comenzara a la hora concebida.

“Es que eso ya es lo normal”, acuñó alguien al traer a colación la tendencia que se advierte en los últimos tiempos de que ninguna actividad comienza a la hora citada. Sobre tal realidad rondan constantes, múltiples, y, sobre todo, lógicas preocupaciones.

En un contexto como el cubano, en el cual se ha reconocido no solo un debilitamiento de valores esenciales (por razones y fenómenos diversos), sino la necesidad, más bien urgencia, de rescatarlos y potenciarlos, entonces no podemos darnos el lujo de fomentar faltas como la impuntualidad.

Porque, qué estamos trasladando a las más jóvenes generaciones, a las cuales, dicho sea de paso, son a las que más se les atribuye la falta de valores, si cuando las citamos para una conmemoración, una asamblea u otro evento, las dejamos una hora esperando por su inicio.

En honor a la verdad, y dicho con la mejor de las intenciones, ya esa tendencia se está convirtiendo en algo habitual, amén de situaciones imprevistas que sabemos pueden presentarse en un determinado momento.

La puntualidad, entendamos, es cortesía, educación y respeto. Su valor se expresa en la conducta de estar a tiempo para cumplir nuestros compromisos, desde una cita de trabajo, hasta una reunión de amigos.

Constituye una de las cualidades determinantes para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar más actividades y desempeñarnos mejor.

Su falta, por el contrario, denota desorden, mal manejo del tiempo, incorrecta planeación e inadecuada planificación en nuestras actividades; la impuntualidad es no apreciar el tiempo de los otros, y más, transmite una imagen negativa a quienes esperan, y genera en los demás desinterés.

Sabemos que la puntualidad es de hecho una cuestión, una actitud, como queramos llamarla, vinculada a las distintas culturas, y que los ingleses son muy favorecidos en evaluaciones al respecto, con referencia universal, por ejemplo, a la precisión en la salida de sus trenes.

Los cubanos, en realidad, nunca logramos ser tan exactos en muchas acciones, pero, si tanto hablamos de orden y disciplina en estos tiempos, entonces tendremos que darle a la puntualidad mayor importancia, condición aparentemente sencilla, y que para nada lo es, por el contrario, expresa y genera en toda su dimensión, respeto y responsabilidad.

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