Muchas veces hemos ponderado la juventud de nuestros héroes. Deberíamos seguirlo haciendo cuando se asoman fechas como esta, 2 de de diciembre, día en el que desembarcó el yate Granma por nuestras costas.
Sí, porque aquellos 82 hombres se jugaron la vida en la plenitud de sus existencias. El “veterano” entre los expedicionarios era Juan Manuel Márquez y apenas tenía 41 abriles pues había nacido en La Habana en julio de 1915.
En el libro La Guerra de liberación nacional en Cuba (1956-1959), de Mayra Aladro, Servando Valdés y Luis Rosado, los autores exponen que el promedio de edad de los que vinieron en el Granma era de 27 años.
Fidel, el jefe del contingente del que nacería el Ejército Rebelde, tenía solo 30. Eso dice bastante, pues no se trataba de una “ocurrencia” o una aventura loca, sino de dar continuidad a la gesta del Moncada y cumplir con un programa de transformaciones sociales y políticas. Se requería, por tanto, madurez para lograrlo.
Llama la atención, por cierto, que 21 de los expedicionarios fueron participantes en las acciones del 26 de julio de 1953, una prueba de prolongación del proceso revolucionario.
No era un grupo de ilustrados académicos: 44 de ellos tenían nivel primario, 20 habían vencido la enseñanza elemental media, ocho la media superior y 10 la universitaria.
De los expedicionarios, 53 eran empleados, 16 obreros, cuatro estudiantes y nueve profesionales o técnicos. La procedencia era diversa: 38 de La Habana, 11 de Las Villas, nueve de Pinar del Río, igual cantidad de Oriente, siete de Matanzas y cuatro de Cammagüey, según refiere el citado texto.
Además, viajaron en el Granma un italiano (Gino Doné Paró), un argentino (Ernesto Che Guevara), un mexicano (Guillén Zelaya) y un dominicano (Ramón Mejías). El Che sería el más conocido de todos porque llegó al grado de Comandante y fue una de las figuras internacionales renombradas a partir del 1 de enero de 1959.
Una última curiosidad: el Che (28 años) fue de los primeros en alistarse en el Granma, “en una de esas noches frías de México”, cuando conversó por primera vez con Fidel. Y Camilo Cienfuegos (24 años), sería el último. Ambos llegaron al grado de Comandante y, además, tendrían el honor de extender, con sus respectivas columnas, la guerra libertaria al Occidente.