Leidy Rodríguez: “Soy una persona feliz” (+ fotos, audio y videos)

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Por Osviel Castro Medel | 19 octubre, 2021 |
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FOTO/ Tomada de su perfil de Facebook

Lo recuerda ahora y los ojos se le empozan de lágrimas. Tenía dos años cuando, para corregirle una malformación (pies equinovaros), fue sometida a una intervención quirúrgica. Todo parecía haber salido bien hasta que apareció una gangrena. No hubo otro remedio que amputarle las extremidades.

Ella misma cuenta que la salvaron “de prodigio”. Y que,  después, “tuvieron que operarme varias veces en el Frank País, de La Habana. Fíjate que mis cumpleaños 12, 13 y 14 los celebré en ese hospital. Una vez llegué a estar ingresada diez meses”, cuenta hoy, a sus 38 abriles, Leidy Rodríguez Rodríguez, una mujer con un anecdotario fantástico.

Pero ninguno de esos huracanes pudo frenarle el ímpetu, al punto de que es madre de un joven de 17 años, abuela de una pequeña de 13 meses (Dariana Sofía), doble campeona parapanamericana y subcampeonal mundial en levantamiento de pesas, en los 41 kilogramos.

«Nunca me he puesto límites y puedo decirte que soy una persona feliz», me dice sonriendo para luego relatar que en los barrios humildes donde creció, Humilladero y El Congrí, alejados de la cabecera municipal de Bayamo, las niñas de su edad solían llevarla de la escuela a la casa “montada a caballito”.

«No pude hacer la Secundaria Básica por los constantes ingresos, y eso es lo que más me ha dolido de todo lo que he pasado, que  no es poco”.

«Mi mamá, Clarisbel Rodríguez Cuba, nunca pudo trabajar; se dedicó por completo a mí y a mis dos hermanas, Leyannia y Lennia, mayores que yo, aunque me llevan poco tiempo”.



De momento la mirada vuelve a nublársele porque Lennia murió en un accidente de tránsito en enero último y ese golpe parece llevarlo todavía en el pecho. “He tratado de apoyar a mi mamá al máximo y también a mis sobrinos, de 10 y 16 años, que quedaron huérfanos”, dice.


UNA VIDA “NORMAL”

Si Leidy pudo encaminarse fue, en gran medida, por su padre, José Rodríguez Guerra, a quien todos llamaban «Papito», fallecido hace casi una década. Él modestamente sostuvo la economía de la familia y fue el gran consentidor  de las “travesuras” de Leidy.

“Él siempre me dio rienda suelta para todo. Yo hasta hacía Educación Física como podía, y en la casa no tuve barreras para las tareas domésticas, ni tampoco para los novios», confiesa con otra sonrisa.


Esto explica por qué cuando apareció la primera silla de ruedas sus padres no se espantaron con el retozo constante de sus compañeritas de aula, quienes convirtieron el aditamento en un carrito para dar vueltas, “que todo el mundo usaba”.

“Siempre fui a las fiestas, a las descarguitas; hice una vida normal en ese aspecto. Tuve el primer novio a los 16 años, me casé a los 19 y parí a los 20; ahora mi hijo, Osmai Mateo Rodríguez, es padre. Él ya se vale solo, por supuesto, pero antes, cuando pequeño, lo llevé muchas veces a la escuela primaria. Lamentablemente, nunca pude asistir a las reuniones de padres, porque las planificaban en segunda planta…”, se queja con razón.


Los padres también la apoyaron cuando sobrevino el divorcio o cuando, a los 20, decidió practicar baloncesto sobre silla de ruedas. “En realidad empecé por el embullo de un profesor. A él le faltaba una atleta para completar el equipo y me llamó, pero después me gustó y fui a competencias en varias provincias», relata y sonríe por tercera vez.

La expresión le sale del rostro porque este no fue el único deporte que ejercitó para rehabilitarse; incursionó en el voleibol durante un lustro y  hace una década, en el levantamiento de pesas.

Otro gran guerrero,  Yoander Arias Borges, practicante de esa disciplina y a quien le falta una pierna, resultó el gran “embullado” para que se atreviera a intentarlo en la halterofilia.

«No quería porque me parecía un deporte rudo; pensé que me deformaría el cuerpo, y mira… ahora me encanta; lo practico todos los días. Hoy les digo a todos los que llaman ‘limitados’ que busquen en el deporte una vía para la rehabilitación y la incorporación a la sociedad”.

GANAR CON LA RETINA DESPRENDIDA

En la halterofilia los resultados de Leidy han sido sorprendentes: después de varios títulos nacionales alcanzó el segundo lugar en un torneo clasificatorio desarrollado en México, y luego ganó la medalla de oro en los Juegos Parapanamericanos, celebrados en Toronto, Canadá (resultado que le valió ser la  Novata del Año (2015) de Cuba en el deporte para discapacitados).  Dos años después obtuvo medalla de plata en el campeonato mundial de México y en 2019, en Lima, Perú, se proclamaría nuevamente campeona parapanamericana.

Si conocieran a Leidy

Esa competencia, por cierto, resultó una prueba gigantesca. “Yo venía padeciendo algo en el ojo izquierdo desde hace meses, había perdido un poco de visión; pero me hicieron pruebas aquí y no me diagnosticaron nada grave. Sin embargo, allá, desde el calentamiento y el inicio de la competencia comencé a lagrimear”.

Resulta que se le había desprendido la retina del ojo derecho. Sin saberlo “hice el último ejercicio, el del oro, y lloré literalmente, la molestia era grande. A mi entrenador, Ramón Martínez (Guaso), que sabía mi padecimiento, se le aguaron los ojos también. Luego tuvo que ponerse fuerte para cargarme y celebrar mi segundo título parapanamericano. Me operaron exitosamente apenas llegué, en el instituto Ramón Pando Ferrer”.

En esa cita consiguió récord nacional (90 kilogramos)  -luego llevado por ella misma a 93 kg en el mundial de Dubai (Emiratos Árabes Unidos), un peso que hubiera querido lograr en los Juegos Paralímpicos de Tokio, pero lamentablemente en estos últimos se fue en blanco.

Leidy volará a Tokio

 

PARA LOS Q QUIEREN SABER DE MI, ASI ESTOY Y ASI ME SIENTO FUERTE DURA Y SOBRETODO LISTA PARA TOKIO 2020

Publicada por Leidy Rodriguez en Domingo, 15 de noviembre de 2020

 

“Yo deseaba mejorar el sexto lugar paralímpico de Río de Janeiro (2016), no pudo ser. En realidad, el arbitraje me llevó demasiado tenso. Y no lo digo yo, sino los propios jueces que se disculparon un día después, pero ya el mal estaba hecho”.


EL CAMINO

Leidy sueña con llegar a los Juegos de París, Francia, 2024, algo que  será complejo porque tendrá casi 42 años, pero, como dice, “nada ha sido fácil en mi camino”.

Ella se autodefine como una mujer afortunada y realizada porque, pese a todos los percances, “he recibido la ayuda de muchos en la sociedad, especialmente de mi gente de la Aclifim» (Asociación Cubana de Limitados Físico-Motores), y pone como ejemplo el hogar donde vivió desde 2002, en Micro V, en la ciudad de Bayamo, que recibió como integrante de esa organización. Ahora, no lejos de allí,  instituciones estatales le construyen otra morada mucho más amplia y confortable y eso la  complace de manera doble.

Cuando le pregunto cuál ha sido la presea más disfrutada cierra momentáneamente los ojos y, al abrirlos, dice que haber tenido un hijo, que ya la hizo abuela, “que es como ser madre otra vez y eso es lo más lindo de este mundo”. Entonces suspira y sentencia: “Seguro en las competencias llegarán otras medallas”.

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