Lo que nos dejó Cinco Palmas

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Por Agencia Cubana de Noticias (ACN) | 17 diciembre, 2021 |
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FOTO/ Tomada de ACN

A mediados de diciembre de 1956, tropas élites del ejército batistiano eran recibidas como vencedoras en el aeropuerto militar de Columbia, en La Habana, por supuestamente liquidar y dispersar a los expedicionarios del Yate Granma, incluyendo a su líder Fidel Castro.

Los agasajados se disputaban entre sí ser autores de aquellos asesinatos para acrecentar el aguinaldo por la nefasta tarea. Pero en la Sierra Maestra la historia fue otra.

El 2 de diciembre, los 82 expedicionarios realmente fueron sorprendidos y dispersados por las fuerzas de la dictadura de Fulgencio Batista. Tres días después, en un paraje de cañaverales conocido como Alegría de Pío, se dividieron en más de veinte grupos perseguidos por el ejército con la orden expresa de asesinar a cada expedicionario y muy especialmente al Comandante en Jefe, e incinerar su cadáver y esparcir sus cenizas al viento.

Fidel junto a Faustino Pérez y Universo Sánchez evadieron el fuego enemigo milagrosamente y salieron de Alegría de Pío. Después de extenuantes caminatas en la mañana del 16 llegaron a la finca El Salvador, en Cinco Palmas, propiedad de Ramón Pérez Montano, miembro de la red de colaboradores que preparó Celia Sánchez en unión de los campesinos con el fin de apoyar a los expedicionarios.

El grupo de Raúl Castro, René Rodríguez, Ciro Redondo, Efigenio Ameijeiras y Armando Rodríguez se trasladaron casi paralelamente a Fidel y demás compañeros hasta que, apoyados por la red de Celia, coincidieron en Cinco Palmas el 18 de diciembre.

Años después, el General de Ejército comentó que al encontrarse con Fidel: “Me dio un abrazo y lo primero que hizo fue preguntarme cuántos fusiles tenía, de ahí la famosa frase: “Cinco, más dos que tengo yo, siete. ¡Ahora sí ganamos la guerra!”.

Con el arribo al lugar el día 21 de Juan Almeida, Ernesto Che Guevara, Camilo Cienfuegos, Ramiro Valdés, Francisco González y Reinaldo Benítez aumentó el pequeño contingente que el 25 de diciembre inició la marcha hacia lo intrincado de la Sierra Maestra en una columna de poco más de diez expedicionarios y varios campesinos recién incorporados.

Transcurrido menos de un mes, ese núcleo del incipiente Ejército Rebelde libraría el primer combate victorioso en la toma del cuartel de la Plata el 16 de enero de 1957 y comenzó a hacerse realidad el vaticinio del Comandante en Jefe en Cinco Palmas.

Muchos años después en el discurso de clausura del X Periodo de la Asamblea Nacional del Poder Popular el 27 de diciembre de 1991, en el contexto del inicio de una dura prueba para el país, con la desaparición de la URSS y el Campo Socialista y en momentos en que se arreciaba el acoso imperialista, Fidel retomó aquel duro inicio de la lucha en la Sierra y lo trajo a aquel incierto contexto.

“Cuando andábamos por unos cañaverales con unos pocos fusiles, y Raúl y yo nos encontramos en Cinco Palmas, realmente lo que habíamos reunido eran siete armas, nada más, ¡siete armas! Si nos ponemos a contar las balas y las armas que teníamos contra todo aquel ejército que tenía tanques, aviones, millones y lo tenía todo, ¿qué? Podíamos habernos desanimado”.

Hoy ese legado de optimismo y fe infinita en la victoria y en el pueblo que tuvo Fidel en Cinco Palmas, y que recordó en aquel difícil año de 1991, reverdece ante la ofensiva del imperio con el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero de forma oportunista e inhumana en el contexto de la pandemia, mientras lleva adelante una guerra subversiva total en su inútil afán de quebrar la resistencia y unidad del pueblo.

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