La comunidad se asienta en lo alto de la escarpadura. Se trata de un pueblo de mil 500 habitantes, que sólo ha crecido a ambos lados de la carretera, donde se suceden una gasolinera, tiendas básicas de aprovisionamiento, y algunos pequeños negocios y edificios de corte ‘moderno’.
El resto son casuchas de adobe, distribuidas sin orden ni concierto, según comentó a Prensa Latina Teddy Milash, que empezó siendo un guía especializado en los territorios tribales y ahora es dueño de una de las más importantes mayoristas del país, Memories Tour.
Aunque parezca increíble cuando presencias su entorno, tienen una combinación de sus costumbres con patrones occidentales. Lo puedes ver en las ceremonias nupciales, por ejemplo; todo quedaba snob y pretencioso, pero reflejaba también un esfuerzo de aproximación a una cultura que indudablemente admiran, destacó Milash.
Las callecitas son estrechos corredores entre altas empalizadas de ramas secas de juniper, una madera dura y retorcida. Al otro lado se levantan muros de piedra que delimitan las propiedades de cada familia.
La entrada de cada casa es siempre estrecha en la parte superior y con un alto escalón de ramas cruzadas en la inferior, que obliga a agacharse y entrar con dificultad, lo que facilita al dueño descalabrar en ese momento a cualquier potencial invasor o visitante indeseado.
Dentro del perímetro, hay un patio de tierra con varias casitas de barro para el matrimonio, los hijos pequeños, el ganado, el grano, etc.
La comunidad está dividida tradicionalmente en nueve en clanes. Cada uno tiene su zona dentro del perímetro, su plaza, su casa comunal y su autoridad. Algo así como un distrito dentro de una gran ciudad.
En las plazas es frecuente encontrar un conjunto de tallas de madera en honor de algún gran guerrero muerto. La figura central, que representa al guerrero del clan en cuestión, es ostensiblemente mayor y muestra unos genitales importantes, mientras las otras, de menor tamaño, se refieren a sus enemigos o a sus mujeres, siempre con atributos más modestos.
Cultivan principalmente sorgo y maíz y disponen de un gran número de cabezas de ganado, que rara vez sacrifican. Se conforman con la leche, el queso, la reproducción y el trabajo que les aportan.
No obstante, lo más distintivo es que todavía poseen la cultura tradicional de momificación del jefe o los héroes muertos.