Aunque desde el año 2001 la fecha del 11 de septiembre se asocia en casi todo el mundo a los actos terroristas contra las Torres Gemelas en Nueva York (Estados Unidos) y también al sanguinario golpe de estado perpetrado en Chile contra Salvador Allende (1973), en la provincia cubana de Granma este día también sirve para homenajear a dos figuras importantes de su historia: José Joaquín Palma y Carlos Puebla.
El primero nació en Bayamo, el 11 de septiembre de 1844. Aunque vivió más de 40 años en el exilio (Jamaica, Estados Unidos, Guatemala y Honduras) nunca olvidó su ciudad natal.
Partió por orden de Carlos Manuel de Céspedes para ayudar a los mambises desde el exterior y luego regresar a la isla; sin embargo, el añorado y definitivo retorno solo pudo concretarse mucho tiempo después.
Antes de partir había sido, en su tierra natal, el discípulo de José María Izaguirre, participante en las tertulias al lado de Perucho Figueredo, Vicente Aguilera y José Fornaris, el joven que apoyó el levantamiento y participó en la toma de Bayamo, el poeta – periodista, director de El Cubano Libre, el hombre que tuvo el privilegio de reclutar a Máximo Gómez, en El Dátil, y el amigo querido del Padre de la Patria.
En Guatemala José Martí, llegó a escribirle una carta inolvidable, fechada en 1878: “Tú eres poeta en Cuba y lo hubieses sido en todas partes. (…) Tú naciste en Bayamo y eres poeta bayamés. (…) En un jardín tus versos serían violetas. En un bosque madreselvas. No son renglones que se suceden: son ondas de flores”.
Ayudó en Honduras a Máximo Gómez, Antonio Maceo y Flor Crombet después de la guerra de 1868. Y en Guatemala respondió a un concurso que ganaría para convertirse en el autor del Himno Nacional de ese país. Falleció en agosto de 1911 en la aquella nación, sus restos fueron trasladados a su ciudad natal 40 años después gracias a un verso que Palma había escrito, acaso como deseo en sus días finales: “Mas ya que cercana zumba / la voz de la muerte helada / te reclamo / solo un sauce y una tumba / cabe en la orilla sagrada /del Bayamo”.
Por otra parte, Carlos Puebla nació el 11 de septiembre de 1917 en Manzanillo y falleció el 12 de julio de 1989 en la capital cubana. Por su cuna humilde tuvo unos primeros años en los que conoció disímiles oficios para ganarse la vida: desde carpintero hasta zapatero.
Fundador del cuarteto típico Los Tradicionales, compuso centenares de piezas, entre guarachas, boleros, sones y otras, algunas famosas por su contenido revolucionario como “Y en eso llegó Fidel”, “La OEA es cosa de risa”, “Yankees go home”, “El son de la alfebetización” y la mundialmente célebre “Hasta Siempre, Comandante”, nacida en 1965 y dedicada a Ernesto Che Guevara después que se diera a conocer la carta de despedida del mítico guerrillero.
Sin embargo, sus primeras composiciones fueron de corte romántico. Algunas de ellas se escucharon por CMKM, la emisora de Manzanillo.
Por eso, Puebla no puede ser considerado solo un cantor político. Él entregó para la posteridad textos picarescos como Si no fuera por Emiliana u otros sumamente poéticos como “Quiero hablar contigo”, “Este amor de nosotros”, “Cuenta conmigo”, “Serenata cubana” y “Qué sé yo”.
Establecido en la capital del país desde su juventud, jamás olvidó sus orígenes manzanilleros y cada vez que visitaba su terruño gustaba de descansar en el principal parque de la ciudad.
Fue de los artistas que tuvo el privilegio de llegar a la televisión tempranamente, aunque sus presentaciones habituales eran en la célebre Bodeguita del Medio. Algunos de sus temas sirvieron para filmes, como Alba de Cuba, Estado de sitio y Nuestro hombre en La Habana.
Carlos no solo está vivo con sus canciones. El afecto al artista ha sido reflejado, por ejemplo, en la imitación que existe de él en el Museo de Cero de Bayamo, o en el busto develado anteriormente en el cementerio de Manzanillo, donde reposan sus restos para la eternidad.
Puebla y Palma, al margen del significado de otros hechos históricos, hacen grande esta fecha para Granma.