Maestro de Granma con pasaje para Sochi

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Por Yasel Toledo Garnache | 26 agosto, 2017 |
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Hernán Moya Castillo, junto a  Federico Hernández (I), primer secretario del Partido Comunista de Cuba en Granma, y Francisco Escribano Cruz (D), vicepresidente de la Asamblea provincial del Poder Popular. FOTO/Armando Contreras Tamayo

Mi entrevistado se define como alguien entusiasta que desea ser amigo de todos. Parece siempre muy alegre, dice un chiste, y sigue con naturalidad. Es capaz de pararse encima de un escenario y competir en el baile del ula ula (con un aro en la cintura) ante decenas de jóvenes sonrientes.

Casi nunca está tranquilo, tal vez porque tiene energía excesiva desde el 28 de mayo de 1994, cuando sufrió un fuerte corrientazo, por el cual estuvo hasta en Terapia intensiva y todavía exhibe algunas cicatrices en partes de su cuerpo.

Según narra, aquel domingo jugaba con un alambre en el balcón de un edificio y lo tiraba hacia fuera, pues la programación de la televisión no lo atraía, y ni siquiera recuerda haber sentido algo cuando el fuerte impacto, perdió el conocimiento y despertó en la instalación médica.

Con tono jocoso, dice que cada 28 de mayo celebra su otro nacimiento, pues la electricidad era de 33 mil voltios, la cual pasaba por un cable cercano y es empleada en algunas industrias.

Herman Moya Castillo, oriundo de Yara, maestro de profesión y amante de los deportes, la caldosa y el grupo musical Buena Fe, es también muy responsable e incansable frente a sus alumnos y como guía base, en actividades de la Unión de Jóvenes Comunistas, el movimiento Juvenil Martiano y mucho más.

Merecedor de las distinciones 4 de Abril y 14 de Junio, la condición Aniversario 83 de la Federación Estudiantil Universitaria y los premios La bota de Meñique y La rosa blanca, las dos últimas otorgadas por la Sociedad Cultural José Martí, este muchacho resultó elegido como uno de los 12 delegados de Granma al Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en Sochi, Rusia, en octubre venidero.

Asegura que nunca pensó ser seleccionado, ya que en la provincia existen numerosas personas con resultados sobresalientes, pero cuando conoció la noticia se alegró muchísimo y un sano orgullo le creció en el pecho.

Refiere que en la cita expresará su felicidad por ser cubano, hijo de la Revolución iniciada por Carlos Manuel de Céspedes, continuada por José Martí, Apóstol de la Independencia, y materializada por Fidel Castro, quienes contribuyeron a la construcción de esta nación de tantas conquistas, donde el acceso a la educación y a la salud gratuitas constituye un derecho de todos.

Sus palabras salen como de un manantial para expresar sueños y certezas de la juventud cubana actual, seguidora de las esencias e hija de Fidel y otros héroes.

“Somos alegres, pero profundos, nos gusta bailar, disfrutar…, y también ser útiles. Estamos en los surcos, fábricas, como profesores, estudiantes universitarios, brindamos salud en lugares intrincados de Cuba y otros países, defendemos la Patria desde cualquier trinchera…”, expresó quien vive con sus padres, a los cuales quiere y admira hasta el infinito.

“Me inculcaron los mejores valores, y todos mis éxitos se los debo, en gran parte, a ellos, porque siempre se esmeraron por educarme, y me apoyan  incondicionalmente”, expone este muchacho, de 31 años de edad, bajito y algo gordito, quien prefiere las comidas fritas y, en ocasiones, anda con un sombrero de yarey, que tiene escrito su primer apellido.

Moya Castillo, licenciado en Educación Primaria y Máster en Ciencias de la Educación, habla emocionado de su profesión, la que escogió por vocación e influencia de familiares y otras personas, dedicadas al magisterio, incluidas algunas participantes en la Campaña de Alfabetización.

Según narra, desde chiquito soñaba con impartir clases y enseñar a los demás, un anhelo convertido en realidad en la escuela secundaria básica Pedro Véliz.

“La labor de los educadores resulta fundamental, nosotros  formamos a las nuevas generaciones y tenemos gran influencia en el futuro de la sociedad, por eso debemos ser ejemplo y superarnos  permanentemente”, manifiesta quien en el tiempo libre ve televisión, escucha música, comparte con los amigos y camina por las calles de su querido municipio.

Añade que cada maestro debe ser exigente, pero con mucha sensibilidad y una inmensa carga de amor, para lograr mejores resultados.

“Me considero martiano, guevariano y fidelista de todo corazón, pues el Apóstol, el Che y Fidel son tres de mis paradigmas. No quiero dejar de hablar de mi tío, Manuel Ramos Peña, fallecido hace muy poco, quien fue miembro de la Columna número ocho Ciro Redondo y se incorporó a la lucha en la Sierra, con apenas 15 años, él también ha sido un referente para mí”, expresa con lágrimas en los ojos.

Continuamos conversando sobre temas diversos, y asegura que es bueno en los deportes. Sonrío, y riposta que sí, “es verdad, aunque mi físico lo niegue. He practicado béisbol, balonmano, baloncesto y tenis de campo, y, aunque no soy una estrella, tampoco lo hago mal”.

Según agrega, también le gusta el baile, aunque  reconoce no ser muy bueno, pero ejercita algunos “pasos” para no olvidar lo poco que sabe.

Seguimos el diálogo hasta que nos despedimos y se va con su sombrero, el repertorio de chistes y, seguramente, con muchas ideas y voluntad para aportar siempre a la sociedad.

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