Manchine: mil cuentos, una historia

Nicolás Poncioramos, conocido como Manchine, promovió la oralidad costumbrista en el natal Niquero. Hoy, lo recordamos
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Por Luis Carlos Frómeta Agüero | 12 junio, 2021 |
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Foto cortesía familiar

Niquero, bañado por las aguas del Guacanayabo y del Mar Caribe, es un territorio referencial por los sitios históricos, naturales y arqueológicos.
Sus pobladores igualmente se enorgullecen de las incontables ocurrencias de aquel juglar que, sin proponérselo, colocó un día la primera piedra para la catedral de la oralidad cubana, en el costero municipio.

“Manchine fue muy querido por los niquereños, -comentó LuisOtelo Coterón Coterón, fundador de Radio Portada de la Libertad, en esa región- siempre traía un chiste para soltarlo en el momento oportuno.
SI ME PIDES EL PESCADO…
“Un día, tras concluir la jornada laboral, llegó a la pescadería para llevar algo de comer a casa:
-¿Qué tipo de pescado tienes?-preguntó.
-Solo quedan roncos -respondió el comerciante.
-Eso mismo, total, yo no los quiero para que canten.
Ingenioso y dicharachero como no hay dos, también mereció el apelativo de Organillero Mayor, instrumento musical que muchos recuerdan por el grito de guerra emitido al comenzar a tocar los timbales:
-¡Allá va, candela…! -y solo entonces arrancaba el órgano.
CONEXIÓN NECESARIA
Coterón Coterón, interesado por este sencillo homenaje, sirvió de enlace para ir hasta Ofelia Ramos Gallardo, hija de Manchine:
“Fueron tiempos difíciles los de mi padre, -expresó la descendiente- a los 13 años de edad abandonó el cuarto grado, para trabajar en el central, que alternaba con un septeto por cuenta propia (aficionado), además de otras funciones como organillero y vendedor de lechugas.
“Ese día llevaba sobre sus hombros una vara de la que pendían varios paquetes de la hortaliza, cuando una señora le detuvo el paso. Escogía con calma las que compraría, Manchine, impaciente por la demora, miró fijamente a la coterránea y señaló:
-‘¡Vamos, señora vamos, ¡apúrese!, que el taxímetro está marcando’.
OTRAS HUELLAS
“Era un hombre muy popular que por sus ocurrencias trascendió los límites territoriales, muchos lo recuerdan en otras partes del mundo, el nombre de papá todavía suena.
“Le gustaba beber, pero fue muy responsable en su actuar; tras el deceso de mamá, en 1959, se negó a ponernos madrastra por temor a que nos maltratara, fue padre y madre de sus siete hijos”.
LA JICOTEA
“Alguien le encargó una jicotea para hacer un remedio, esa noche llovió fuerte y raspaban la puerta de la cocina, mi hermana, al escuchar el inusual ajetreo alertó a la familia:
-‘¡Viejo!, parece que alguien se quiere meter a la casa por detrás’.
“Mi padre agarró un machete y partió al lugar indicado, abrió la puerta y al ver a una jicotea parada en dos patas queriendo entrar apuntó amablemente:
-¡Pase!, señorita, pase, que al amanecer, vamos de viaje.“
Y a las 5:00 de la mañana partían rumbo a Marea de Belic, para entregar el encargo”.
LA ETERNIDAD
Esa jocosidad propia del cubano caracterizó a Manchine hasta que apagó la mirada en 1983. Hoy, un parque lo eterniza para que otros cuenteros continúen el camino de aquel casi iletrado devenido maestro de la oralidad.

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