En alfombra mágica niños y niñas de Bayamo recorrieron lo mejor de las tradiciones cubanas de manos de la compañía de marionetas Hilos Mágicos, dirigida por Carlos González Sardiñas.

El colectivo habanero, único en Cuba que trabaja el títere de hilo, exhibió viernes, sábado y domingo la obra Fiesta de marionetas, un compendio de los mejores números creados a la luz de los 50 años de labor artística de Carlos González.

 

Los presentes disfrutaron una rumba de Ernesto Lecuona bailada por el negrito, después Patuso Peluso, nuestro títere nacional, quien interpretó el tema musical Cuba qué linda es Cuba.

A este jolgorio de identidad no pudo faltar la reina de la campiña cubana, Celina González, con su punto cubano y el Bárbaro del ritmo, Beny Moré.

El títere Pañuelo interactuó con el auditorio y puso a prueba a muchos infantes en el arte de manipular los hilos. Cucumilo, el rey del equilibrio; los pequeños ratoncitos, Pompi, la perrita Fifí y su cuerpo de baile así como los payasos de Hilos mágicos y la negra, entre otros, se unieron en un mundo de ilusión y alegría en el que vislumbraron las potencialidades y la riqueza expresiva de estos títeres manipulados por el hombre.

Sobre los esfuerzos que implica dominar esta técnica, apuntó Carlos González:

“ A veces uno apresuradamente, -tienes que darle el abc-le da un muñeco a los actores pero demora un tiempo dominarlos. La marioneta requiere su tiempo, como se manipula se pone la mano, todo lo que le puedes sacar al muñeco peor lo que puede hacerte en contra del propio trabajo porque el muñeco se agacha, la mano se cansa, te da unos señores latigazos en el brazo, cuando la función termina te lo sientes.

“Hay que entrenar mucho el brazo y los dedos aprender a independizar los movimientos con un dedo. Eso no se aprende en un día. Cada muñeco tiene su secreto muy específico.

“Tienes que concentrarse en lo que estás haciendo. Hay actores y titiriteros desesperados, que quieren en cuatro días aprender y no se puede aprender. Descubres cosas nuevas, cada mueco tiene su secreto muy específico. Hay que tener un hilo para cada cosa y probarlo si funciona o no.”

Respecto a la entrega que amerita este trabajo, añadió:

“Tengo familia, y la adoro, pero mucha parte de mi vida la he dedicado a esto, diariamente, al ensayo, a la construcción, a la creación, a ver con los muñecos qué se puede hacer, lo que se pueda sacar de cada muñeco diariamente.

“Es un sacrificio, una carrera tan importante como lo es la medicina o cualquier otra profesión. Hay que dedicarle tiempo y estos personajes que están aquí hay que quererlos mucho, hay que darles mucho amor y dedicarles mucho tiempo para que el púbico quede complacido cuando terminamos una función.”

La puesta rindió homenaje de recordación a María Antonia Fariñas quien el próximo 17 de abril cumpliría 95 años de edad y cuyo legado mantiene vigente el maestro Carlos González.

Jesús Barreiro Yero, asesor escénico de la compañía destacó el celo, la profesionalidad y la dedicación de Carlos González, quien ha mantenido en buen estado los títeres y diseños heredados de la propia María Antonia y Eurípides La Mata, su esposo, cuyos conocimientos de carpintería y diseño adquiridos en el colegio de San Alejandro, le permitieron dotar de una calidad insuperable los títeres confeccionados.