Miguel Sabino Lorente González durante 51 años, tres meses y nueve días brindó sus servicios a la Empresa Eléctrica de la ciudad de Bayamo, sin importar el tiempo, las alturas, las condiciones climatológicas, ni los contratiempos que pudieran presentarse.
Cuentan sus compañeros de labor que Lorente González es amigo, hermano, padre, y también, un líder exigente, para que todas las acciones se ejecuten correctamente.
“Tenía 18 años y estaba en la Secundaria Básica cuando un vecino nos embulló a un primo y a mí, para ir a un curso de liniero en Veguitas. Como había tanto respeto a los padres y yo estudiaba, lo consulté con mi papá, y me autorizó.
“Eso fue en febrero de 1963, y el seis de mayo del mismo año me gradué y fui a trabajar a las zonas rurales de Holguín. El primero de enero de 1966 vine para Bayamo hasta el retiro en agosto último”, recuerda Miguel Sabino, quien agradece a sus progenitores por la educación que le dieron, basada en disciplina y consagración al trabajo.
Cuando inició en la Empresa, rememoró, prácticamente no existían muchos ingenieros, ni personal con capacitación; “ahora la tecnología ha mejorado y tenemos universitarios en todas las unidades”, enfatizó este liniero y agregó que en todos los momentos de su vida laboral buscó la forma de cumplir sus compromisos.
Desde 1975 se capacitó para asumir como jefe de brigada y al año siguiente se responsabilizó del equipo que labora con las líneas energizadas, actividad de gran riesgo.
“El trabajo en caliente contribuye a la economía, pues se le da mantenimiento a cualquier línea sin quitarle la corriente a la población, ni a las industrias. Ser organizados y estrictos con las normas de seguridad es fundamental para que no ocurran accidentes, también, la superación, el respeto entre compañeros y el colectivismo”.
Miguel cumplió misión en Venezuela, y prestó servicio en otras provincias del país ante situaciones climatológicas emergentes.
La pérdida de un amigo en un accidente de trabajo hace más de 20 años fue su momento más doloroso como liniero: “era como mi hermano, mi hijo…”, expresó, y también compartió sobre las alegrías.
“Han sido muchos los momentos buenos porque cada vez que cumplía con una tarea grande, para mí era mucha la felicidad, cuando terminábamos, por ejemplo, en otro territorio venía contento porque fui útil a la sociedad”.
En la vida, las satisfacciones tampoco le han faltado a este hombre necesario para la Empresa Eléctrica. Un matrimonio de más de 43 años, dos hijas, nietos, llenan su vida y fueron un pilar esencial para que Lorente González desempeñara satisfactoriamente sus responsabilidades.
“Tengo 68 años y consideré que era tiempo de jubilarme. Mi papá tiene 101 años y hay que atenderlo, también al resto de la familia”.
Aunque ya no esté diariamente en los ajetreos de la entidad, Miguel está dispuesto a brindar sus consejos. Más de medio siglo sorteando los peligros de la electricidad nunca serán olvidados por él, quien deja en la Empresa, historias de ejemplaridad y sacrificios.