Siete de los ocho cuerpos descubiertos este viernes estaban en la ciudad de Paradise, en el condado de Butte, la cual fue prácticamente destruida por el fuego que se desató el 8 de noviembre.
La otra víctima mortal se encontró en Magalia, según informó anoche el alguacil de Butte, Kory Honea, quien precisó que la lista de desaparecidos a causa de ese siniestro incluye ahora a mil 11 personas.
Pero señaló que la relación podría contener nombres duplicados, con diferentes variaciones ortográficas, o que pueden ser de residentes que por un motivo u otro no se han comunicado con las fuerzas del orden.
Cientos de efectivos de la Guardia Nacional, antropólogos y médicos forenses están revisando hogares y vehículos destrozados en busca de restos.
Las autoridades dijeron que realizan inspecciones puerta a puerta y de automóvil en automóvil en la parte sur de la zona de evacuación, donde hubo menos daños, para permitir que los residentes regresen a sus viviendas.
Además de ser el siniestro más mortal en la historia de California, el Camp Fire es también el más destructivo, pues según el Departamento de Silvicultura y Protección contra Incendios del estado, quemó más de nueve mil 800 residencias, 336 comercios y dos mil 70 edificios de otro tipo.
Como consecuencia de ese fuego debieron evacuarse 52 mil personas, de las cuales 47 mil 200 estaban todavía ayer fuera de sus hogares.
El Camp, que afectó 590 kilómetros cuadrados, se encuentra controlado en un 50 por ciento, y los bomberos prevén que se necesiten dos semanas más para contener las llamas, aunque un pronóstico de lluvia en los días venideros podría ofrecer cierto alivio.
A su vez, el Woolsey Fire, que quemó 400 kilómetros cuadrados en los condados de Los Ángeles y Ventura, estaba contenido al 78 por ciento tras reducir a cenizas y escombros 713 estructuras y provocar la evacuación de más de 200 mil personas.