Máximo Gómez: símbolo de libertad para los cubanos

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Por Gislania Tamayo Cedeño | 18 noviembre, 2020 |
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A Cuba llega  Máximo Gómez Báez procedente de Santo Domingo acompañado de su madre y dos hermanas y se instala en Manzanillo, luego se traslada a una hacienda en el poblado de El Dátil, sitio cercano a Bayamo.

Andrés Gómez Guerrero y Clemencia Báez Pérez   fueron los progenitores de este estratega militar que nació el 18 de noviembre de 1836, en Baní, República Dominicana, hace 184 años, en la época en que la antigua colonia española de Santo Domingo era parte del Estado de Haití.

El trato inhumano que se les daba a los esclavos, conmovió la sensibilidad de Gómez y sus compatriotas, quienes no habían vivido en su tierra natal esas costumbres, ni la profundidad de las diferencias sociales y económicas.

En Cuba se incorporó a la causa independentista para pelear por la libertad del negro esclavo y el criollo explotado por el colonialismo español.

Fue Máximo Gómez el que guió a los cubanos en la primera lección militar en la cual se aplicaron métodos del arte de la guerra que no se conocían: “La Carga al Machete”.

Varón de carácter recto, intransigente, digno, cualidades que hicieron de él un hombre querido y respetado por todos.

Convertido en una figura de incuestionable capacidad y autoridad militar, Máximo Gómez dejó vibrando a los cubanos con su impresionante grito de: “Al Machete”.

El Generalísimo, como se le conoce, le imprimió a sus tropas una disciplina implacable, dura. Tanto soldados como prefectos mambises supieron de las penas de muerte y la degradación ante hechos equivocados.

El 11 de septiembre de 1892, José Martí lo visita en Montecristi, República Dominicana. Desde Santiago de los Caballeros, le escribe proponiéndole el mando del Ejército Libertador de Cuba.

“El Partido Revolucionario Cubano viene hoy a rogar a usted, repitiendo su sacrificio, ayude a la Revolución, como encargado supremo del ramo de la guerra, a organizar, dentro y fuera de la isla, el Ejercito Libertador (…) Yo ofrezco a usted, sin temor de negativa, este nuevo trabajo hoy que no tengo más remuneración que brindarle que el placer de su sacrificio y la ingratitud probable de los hombres…”

Días después, Máximo Gómez, le contesta: “Desde ahora puede usted contar con mis servicios.”

De tal manera es que José Martí, el Héroe Nacional de Cuba lo calificó de organizador enérgico “de quien solo grandezas espero…Donde está él, está lo sano del país, y lo que recuerda y lo que espera”.

Su incesante batallar junto a los cubanos, lo llevó a ocupar el cargo de General en Jefe, el más alto de las fuerzas libertadoras, el mismo que puso en sus manos José Martí.

El 12 de marzo de 1899, la Asamblea del Cerro acordó la destitución de Máximo Gómez como General en Jefe del Ejército Libertador. Ante tal situación el Generalísimo, mediante un manifiesto a la nación, expresó:

… Extranjero como soy, no he venido a servir a este pueblo, ayudándole a defender su causa de justicia, como un soldado mercenario; y por eso desde que el poder opresor abandonó esta tierra y dejó libre al cubano, volví la espada a la vaina, creyendo desde entonces terminada la misión que voluntariamente me impuse. Nada se me debe y me retiro contento y satisfecho de haber hecho cuanto he podido en beneficio de mis hermanos. Prometo a los cubanos que, donde quiera que plante mi tienda, siempre podrían contar con un amigo.

Como jefe militar en Cuba, durante la Guerra de los Diez Años y la de 1895, el guerrero dominicano hizo derroche de habilidad, constancia y decisión que eran reflejos de la prudencia, astucia y paciencia, bases fundamentales de su método de lucha.

Antonio Maceo lo engrandece diciendo: “¿No es el más capaz de todos, y el que ahoga la ambición mezquina con su gloria y con su espada, más grande y más brillante que todos?”.

Por su parte el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, destacó que “supo convertirse en hijo insigne y entrañable del pueblo cubano por derecho ganado en su lucha por la independencia de Cuba, a la que aportó su brazo y su machete, su genio militar y su coraje, un notable talento político y un profundo pensamiento revolucionario”.

Todas las acciones de Gómez con respecto a Cuba constituyen una muestra ejemplar de desinterés y entrega ilimitada. Por ello el pueblo cubano le dio sobradas muestras de gratitud, respeto y cariño.

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